Fouché * El perfecto ejemplo de la maldad, la ingratitud y la mezquindad que caracterizan a los políticos

Por Alejandro MARIO FONSECA

¿Qué opina usted de los políticos? ¿Qué es la política? Estas fueron las preguntas con las que emprendí una pequeña encuesta desde la comodidad de mi silla en el Italian Coffee ubicado en el gran portal de Cholula.

Ya me esperaba un pobre resultado porque la gente no está acostumbrada a los conceptos claros y precisos. Así que las respuestas predominantes fueron calificativos negativos, incluso insultantes: “la política es el arte del engaño”, “los políticos son puros ladrones”, etcétera.

Quise realizar este sondeo porque últimamente he estado escuchando voces, sobre todo de políticos caídos en desgracia (priistas, morenovallistas, marinistas, perredistas y demás) que se preguntan unos a otros ¿con quién estás, con Nacho Mier o con Armenta?

Se trata de los prolegómenos (el conjunto de acciones o de acontecimientos que suceden justo antes de que ocurra algo) de la decisión (vía dedazo, encuesta o tómbola) de los candidatos del otrora partidazo aplanadora PRI, que es Morena (si es que se le puede llamar partido).

Y antes de continuar con este tema que me deprime, para divertirnos veamos brevemente la vida de un político paradigmático en lo que a política negativa se refiere: Fouché, un político malo, ingrato y mezquino al que solo le faltó engañarse a sí mismo.

El genio tenebroso

Fouché El genio tenebroso es una biografía novelada de Stefan Zweig acerca de la vida del influyente político francés Joseph Fouché, que desempeñó un papel importante en la Francia de finales del siglo XVIII y principios del XIX, es decir, en el convulso periodo que va entre la Revolución Francesa y el imperio napoleónico y la restauración de la monarquía por la que el Estado francés pasó durante esos años.

El autor, siguiendo su estilo particular, en el que prescinde de fechas y datos nos muestra la personalidad y el carácter del personaje retratado, buscando sus motivaciones íntimas y tratando de desentrañar las verdaderas causas de los acontecimientos.

Nos advierte en el prefacio al libro que aunque elige la figura de Fouché no lo hace porque piense que se trata de alguien admirable, sino más bien porque le parece el ejemplar perfecto del político, es decir, un hombre absolutamente inmoral, con todas las connotaciones que eso implicaba en la época en la que escribió, y para la que escribió esta obra: la convulsa época del siglo veinte, con sus totalitarismos y sus abusos de poder.

Si elige a Fouché es porque, a su juicio, fue una persona que influyó muchísimo más de lo que dictan las apariencias en el curso de los acontecimientos de esa época. Realmente es impresionante la influencia que llegan a tener en la historia los personajes secundarios.

Fouché fue un poder en la sombra que sobrevivió a figuras como Robespierre o el propio Napoleón, ya que, como nos cuenta Zweig en este libro, ambos desearon su muerte pero por distintas circunstancias no pudieron acabar con él. Fouché no tuvo inconveniente para cambiar de opinión y defender causas opuestas y contradictorias.

Al retratar a este francés hace un retrato de la época de El Terror (la revolución de Robespierre), del posterior periodo imperial (la época del monomaniático Napoleón), y el fin de éste con la vuelta a la monarquía (gracias a las gestiones de Fouché).

Además, esboza a la vez la figura de personajes importantes e influyentes: MuratDantonBarras y otros, hasta llegar  al propio Napoleón.

Fouché en el México de nuestros días

Como siempre, Stefan Zweig utiliza abundantes recursos del lenguaje, creando un texto vivo y de intenso dramatismo. Además, refleja inevitablemente su erudición y conocimiento tanto de la época como de la propia naturaleza humana.

La obra trasciende así a la propia época y personajes que retrata, siendo un perfecto ejemplo de la maldad, la ingratitud y la mezquindad que caracterizan a los seres humanos.

Y ya para finalizar de manera jocosa, ¿qué personaje de nuestra historia le gusta como el Fouché mexicano? A mí me parece que Agustín de Iturbide es el que más se le asemeja, por ambicioso y traicionero entre otras cosas. Curioso que los panistas lo consideren como un gran héroe de la guerra de Independencia.

Y ya para finalizar, lo que yo veo en el México de la Cuarta Transformación es, por un lado a un Robespierre (AMLO) intentando cortar las cabezas de una élite burocrática enriquecida, que se resiste a salir del paraíso heredado por el ogro filantrópico (PRI-gobierno); y por el otro, a una larga fila de remedos de Fouché, salidos de todos los partidos, que caídos en desgracia aspiran al favor del dedazo, tómbola o encuesta, para ser los candidatos de Morena, o ya de perdis a ser favorecidos con algún puesto en cualquiera de los tres órdenes de gobierno.