Por Alejandro MARIO FONSECA
CHOLULA.- Los mexicanos llevamos ya largo rato viviendo una fantasía democrática debido a que el INE (antes IFE) obedece a una cuota partidaria; y lo más grave es que así seguirá siendo. Me explico.
En su libro escrito hace poco más de cien años Los partidos políticos, Robert Michels realiza un estudio sociológico sobre las tendencias oligárquicas de la democracia moderna. Socialista, de origen alemán, amigo de Max Weber y de Wilfredo Pareto, formula lo que ha dado en llamarse la Ley de hierro de la oligarquía. ¿Qué es eso?
Bueno, pues para entenderlo cabalmente, lo primero que tenemos que hacer es una distinción entre la “democracia clásica”, la de los griegos, la de Aristóteles, que literalmente significa “el gobierno del pueblo”. Y la democracia moderna, la de las sociedades complejas, industrializadas, diversificadas, divididas en clases sociales, en las que el gobierno directo de los ciudadanos es prácticamente imposible.
En efecto, pensemos en cómo se tomaban las decisiones políticas en una sociedad de “hombres libres” como la de Atenas o Esparta en la antigüedad. En sus ágoras, realizaban verdaderas asambleas democráticas, de ciudadanos, en las que estaban excluidos los esclavos y las mujeres: sólo participaban los ciudadanos. Y aun así, las decisiones que se tomaban no siempre eran las mejores, porque en esas asambleas dominaban los más poderosos, los grandes propietarios, los grandes guerreros, o los que tenían más labia, los académicos, que también eran grandes demagogos.
A la vuelta de veinte siglos, después del Renacimiento, de la Ilustración, de la Revolución Francesa y de la Revolución científica e industrial y de su profundización; ya a principios del siglo XX, los Estados nacionales ya consolidados en prácticamente todo el mundo, son radicalmente más complejos.
La democracia moderna
Así que Michels, un lúcido estudioso de la vida económica, política y social de su tiempo, observó que los líderes de las organizaciones políticas y sindicales tienden a distanciarse de los ideales populares, de las masas de trabajadores y de las clases medias que votaron por ellos: se constituyen en una verdadera oligarquía que se eterniza en el poder y que abusa de él. La Ley de hierro de la oligarquía se fundamenta en tres argumentos:
En primer lugar, cuanto más grandes se hacen las organizaciones, más se burocratizan, ya que, por una parte, se especializan; y, por otra, deben tomar decisiones cada vez más complejas y de una forma más rápida. Aquellos individuos que conocen cómo tratar los temas complejos con los que se enfrenta la organización se van volviendo imprescindibles, formando la élite.
En segundo lugar, se desarrolla una dicotomía entre eficiencia y democracia interna; de modo que para que la organización sea eficiente necesita un liderazgo fuerte, en detrimento de una menor democracia interna.
En tercer lugar, la propia psicología de las masas hace deseable el liderazgo, puesto que son apáticas, ineptas para resolver problemas por sí mismas; son agradecidas con el líder, y tienden al culto de la personalidad. Su única función sería, pues, la de escoger de vez en cuando a sus líderes.
Y ¿cuál es el mayor peligro de esta oligarquía de los líderes en la democracia moderna? Pues el abuso, la corrupción, la impunidad y todo lo que de ellas se deriva: pobreza y violencia.
El INE controlado por MORENA
Mientras los europeos nos llevan más de cien años en su lucha por la fiscalización, por la transparencia y contra la corrupción electoral, en México seguimos peleándonos por una árbitro electoral libre de toda culpa y eso es una fantasía.
Nunca llegaremos a una democracia “perfecta” pero si podemos mejorarla. Lo que necesitamos es una verdadera participación ciudadana en la política. Urge vigilar en serio a los líderes de los partidos políticos, sean del color que sean.
Y lo más importante: vigilar también la forma en que los partidos eligen a sus candidatos. ¿Por qué? Pues porque ahí es donde está la trampa más poderosa del poder oligárquico, sobre todo cuando este está disfrazado de pureza popular, como sucede con el partido del Presidente López Obrador. Las encuestas de MORENA son un engaño.