Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- El origen de la excavación de las minas es muy anterior al desarrollo de las técnicas metalúrgicas. Efectivamente, antes de empezar a extraer y a trabajar el oro, la plata y el cobre, los pueblos del neolítico (y quizá también los del paleolítico superior) explotan filones de sílex, ocre y distintos tipos de piedra, arcilla, sal, etc.
En Spiennes (Bélgica) se descubrieron por vez primera explotaciones de sílex, datadas del siglo V a C. Enseguida salieron a la luz otras minas de sílex en Francia (en las regiones de Aveyron, Oise, Mame y Charente) y también en Holanda, Inglaterra, Polonia, Suecia, Portugal y Sicilia.
Todas ellas han permitido demostrar que los poblados prehistóricos no sólo se ocupaban de la producción alimentaria, sino también de actividades de tipo industrial.
Entre las primeras herramientas utilizadas para la construcción de las galerías y la extracción del sílex hay picos y rastrillos de asta de ciervo, martillos y picos con las puntas de sílex o roca dura, y palas fabricadas con omoplatos de búfalo, a los que hay que añadir cestas, cuerdas y todos los artefactos que servían de escalera.
La extracción de minerales no empieza hasta mediados del III milenio, y concretamente en el Antiguo Egipto y el Próximo Oriente. Por aquel entonces, prácticamente se habían agotado todos los filones superficiales de cobre, oro y plata (y turquesas egipcias), y se hacía necesario excavar pozos y galerías.
El libro bíblico de Job (capítulo 25, versículos 1- I4) describe de un modo absolutamente notable las técnicas de extracción de las minas tal como era costumbre practicar hacia el 400 a. C. en las regiones productoras de cobre de Cisjordania y del Sinaí.
La importancia de las minas es tan grande que hablamos de las diferentes edades según los minerales que se utilizaban. Conocemos hablar la edad del cobre, la edad del bronce o la edad del hierro y eso ya nos indica cuán decisiva, la capacidad de obtener minerales de las minas.