La Cerradura

Por Nancy LUNA SORCIA

CHOLULA.- La historia de la llave y la cerradura nos enseña que tener secretos guardados es tan antiguo como la misma humanidad. También puede ser algo de valor que queremos proteger. Disponer de un lugar seguro donde guardar lo que sea y al que únicamente nosotros podemos acceder es, además de antigua, universal.

Gracias a los historiadores y arqueólogos, sabemos de la existencia de primitivas cerraduras y llaves en el antiguo Egipto y en China hace cuatro mil años. Como en muchos otros inventos, lamentablemente no se puede atribuir el invento de la cerradura y la llave a una persona concreta.

El concepto de cerradura surgió muy pronto y en prácticamente todas las culturas hace miles de años. Al principio era una simple barra que cerraba el paso e impedía abrir la puerta o la caja.

Aunque al pensar en una llave normalmente nos viene a la cabeza una puerta, durante muchos siglos las entradas se protegían simplemente con una cortina y las casas quedaban abiertas. Hay que decir que tampoco había mucho para robar.

El concepto de barra travesera se empezó a sofisticar al añadir una pieza vertical que la atravesaba e impedía que el pestillo se pudiera mover. Había que levantar la madera vertical para poder hacerlo. Y eso solo se podía hacer con otra madera del tamaño preciso para liberar el pestillo.

Quizás denominar como llave es muy optimista, pero sí que era el primitivo concepto de llave: poner un impedimento físico que bloqueara el sistema y disponer de un mecanismo que desplazara el impedimento hasta permitir movimiento de la aldaba.

Poco a poco las llaves se fueron sofisticando, aunque el mecanismo básico era similar. Durante la época medieval podemos decir que se hicieron las llaves más lujosas y complicadas, pero no necesariamente las mejores.

Esto fue así hasta el Renacimiento, cuando se comenzaron a explorar otros modelos de llaves, que cada vez han sido más seguras. Al final se comenzaron a idear llaves magnéticas, que competían con las llaves puramente mecánicas.

También hay cerraduras biométricas, cronométricas, digitales y alfanuméricas, y cada vez serán más sofisticadas. De todos modos, la seguridad total no existe, y siempre hay alguien que encuentra la manera de forzar la cerradura.

Además, la llave se ha convertido casi en un símbolo. Para darte un coche o un piso, lo que hacen es entregarle te las llaves. Y si te hacen hijo honorífico de algún municipio también tiene ofrecen, en ocasiones, una llave simbólica. No es porque sí. Desde siempre, tener la llave ha sido tener el poder.