Por Salvador ESPINA
CHOLULA.-La política en México y el mundo está en crisis, no solo de resultados gubernamentales, sino de una enrome y fundamental crisis de valores. En los partidos políticos mexicanos no falta la gente que ha tomado “la libre” para convertir una vocación tan bonita como la política en un cochinero de cuotas y cuates.
Sin embargo, todavía veo esperanza y luz que hacen a uno seguir luchando por un México mejor desde esta trinchera. Una de esas llamaradas de esperanza que he podido vislumbrar en los últimos días es que algunas instituciones políticas se han dado cuenta de esta crisis, aunada a la situación precaria en la que nos han puestos los gobiernos que ha traído MORENA desde 2018, buscando volver a sus raíces que les dieron forma y vida en un principio.
A lo que me refiero específicamente es que en el PAN está habiendo un cambio de paradigma debido a la falta de credibilidad, liderazgos y resultados electorales. El actualizar sus estatutos y programa de acción política es un buen primer paso de la redención, donde, se ha reafirmado su identidad democrática y personalista a favor de la dignidad humana, la vida, la familia, la propiedad privada, la educación, etc; que, por cierto, este proceso de actualización, no se llevaba a cabo desde 2004.
Esto es algo que pareciera muy simple y lógico, pero que nos ha costado aceptar por las costumbres pragmáticas y electoreras que los panistas han adoptado desde que se ganó la presidencia de la República en el año 2000. Donde, se incrustaron muchos cuadros priistas, que si bien, le sabían a la administración pública, también trajeron con ello las practicas que caracterizaron al régimen por más de 70 años.
La doctrina del PAN sin duda es la más sólida y vigente, puesto que, se basa en conceptos y una filosofía con cientos de años que ha evolucionado desde Aristóteles, pasando por Santo Tomás de Aquino hasta llegar a los conceptos de dignidad humana, solidaridad, subsidiariedad y bien común que predicamos hoy. En pocas palabras, es la identidad y el alma misma del PAN. Las bases de la patria ordenada y generosa que se debe buscar para las familias mexicanas.
Sin duda, mis conclusiones de esta actualización, tomando en cuenta la actualidad del partido son tres. La primera es que el PAN debe volver a escuchar a la gente y voltear a ver las nuevas realidades y problemas de nuestra sociedad y el mundo que nos han alcanzado o, incluso, superado.
La segunda es que no debemos tentarnos a vender nuestros principios y valores a ideologías baratas y de moda, pues estos valores y principios nos dan identidad, nos han dado historia y son los que nos tienen políticamente como el partido grande que somos.
Y, por último, al interior del PAN, se deben dejar de endiosar los eventos propagandísticos y utilitaristas cuyo único propósito es el de ganar votos y obtener gente para las estructuras electorales, contradiciendo nuestra vocación verdaderamente democrática. Mejor, amigas y amigos panistas, volvamos a valorar más que nada estos momentos y ejercicios, como el realizado hace algunos días, porque es lo central en nuestro actuar, pensar y ser, pues, sin estos documentos, no seríamos Acción Nacional y la esperanza presente de México.