Por Alejandro MARIO FONSECA
CHOLULA.- Om o mejor transcrito como Oṃ, también Auṃ, (ॐ) es uno de los mantras (palabras, sonidos) más sagrados del hinduismo y el budismo. Simboliza el divino Brahman y el universo entero.
Oṃ es el símbolo de lo esencial. Significa unidad con lo supremo, la combinación de lo físico con lo espiritual. Es la sílaba sagrada, el primer sonido del Todopoderoso, el sonido del que emergen todos los demás sonidos, ya sean de la música o del lenguaje divino.
En las escrituras Upanishad esta sílaba sagrada aparece como un sonido místico considerado como la verdadera base de cualquier otro mantra (himno sagrado).
La sílaba Oṃ también representa el Trimurti (‘tres formas’) de Brahma, Vishnu y Shiva.
Según los shivaístas, el tambor de Shiva produjo este sonido Oṃ, y a través de él salieron las siete notas de la octava musical, es decir: sa, re, ga, ma, pa, dha, ni. Gracias a este sonido, Shiva crea y destruye el universo.
Oṃ es asimismo la forma sonora del atman (alma o Dios).
Las Upanishad declaran que todo, lo existente y lo no existente, puede ser controlado al pronunciar esta sílaba sagrada Oṃ. Los hinduistas creen que el mantra Oṃ es eficaz para eliminar los errores en los sacrificios de fuego y de otros tipos.
El divino verbo
Y el equivalente cristiano, Logos (en griego, Λ
La palabra griega Logos (desde Filón de Alejandría) puede ser la traducción de las palabras hebreas Ha Memra, Memrah (el discurso, la palabra meditada) o Ha Davar (la palabra), aunque Logos (en griego) y Verbum (en latín) casi siempre son la traducción de la palabra hebrea Memra.
La concepción deriva del prólogo del Evangelio de Juan en cuyo primer versículo se dice: Verbum (o Logos o Palabra), con frecuencia, en tratados teológicos, se traduce por «Verbo».
Y el Verbo (Logos) Divino «se hizo carne y habitó entre nosotros» (Juan 1:14). Es decir, el Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, que es el Verbo. En otros términos, Jesús es el Verbo de Dios quien representa a Dios ante los creyentes y a los creyentes ante Dios.
Los apologetas griegos subrayaban el papel de Cristo, el Verbo, en la creación, afirmando que la materia no es eterna, sino «creada» de la nada (Teófilo de Alejandría) por el Verbo (Juan 1, 3).
Dios concedió a Jesús milagros que apoyaban la veracidad de su prédica
Y ya con el Islam, todo queda más claro. La presentación de Jesús, el Verbo encarnado de Dios, un tanto diferente en el sagrado Corán, no es un deseo de confrontación con los cristianos; sino una forma de aclarar lo que el Islam dice al respecto, a pesar de las diferencias.
Según el sagrado Corán, Dios concedió a Jesús, milagros que apoyaban la veracidad de su prédica. Y curaba a los enfermos graves, leprosos y paralíticos, con el poder que provenía de Dios, e incluso resucitaba muertos; pidió que se descendiera del Cielo una mesa servida para Él y sus discípulos, para convencer a los escépticos.
Habló en la cuna defendiendo a su madre María de las acusaciones falsas de infidelidad; y predicó el Evangelio (Palabras de Allah, a través de Jesús). Pero a pesar de esos prodigios no creían en Él. Algunos lo divinizan, por su nacimiento sin padre y se olvidan del nacimiento de Adán, sin madre ni padre, que Dios creó sólo diciendo: “Sé”, y fue; y de la creación de Eva, que nació sin madre.
Aceptar a Isa – Jesús – es parte importante de la fe Islámica. La fe en él es indispensable. Quien no lo acepta como mensajero de Dios, no puede aceptar a Muhammad, y quien cree verdaderamente en Él no puede dejar de creer en Muhammad. (Cfr. Web Islam).
La Recta Palabra, la que persuade, la que convence, está claramente definida y exaltada en los libros sagrados: las Upanishad, la Biblia y el Corán. Y lo que a mí no deja de sorprenderme, es su extraordinaria coincidencia con los inicios de la ciencia política moderna.
Las raíces profundas de la política moderna
Y estos inicios los encontramos en las universidades italianas del siglo XIII, especialmente en Bolonia; y también en la universidad de Paris, Francia. En las que se enseñaba Ars dictaminis, materia en la que la mayoría de los maestros ponían énfasis en que la enseñanza de la retórica debía basarse en la fuente ciceroniana.
Ya en el siglo XIV se da una clara reafirmación de las virtudes cardinales, a la par de la idea de que “todo gobernante debe asegurar que todo gobierno abarque todas estas virtudes y evite todos los vicios”.
Un ejemplo es Latini, autor de Libros del tesoro, que era miembro de la primera generación que poseía una traducción latina de la Ética nicomaquea de Aristóteles. Latini nos habla del rescate de la ética cristiana, de las virtudes cardinales.
El humanismo de AMLO
Son las cuatro virtudes morales más importantes para todo gobernante. Sobre ellas gira y descansa toda la moral humana, y son principios de otras virtudes derivadas o en ellas contenidas. Estas son: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza.
La defensa retórica de la libertad sería el tema central al que los mexicanos deberíamos dedicarle más tiempo y reflexión, ahora que vivimos la experiencia de un tipo ideal de dominación carismática: la presidencia de López Obrador.
AMLO es una especie de “iluminado”, cuyo verbo nos habla de austeridad, libertad, generosidad, justicia y de muchos otros valores que se nos habían olvidado. Son tiempos de debate ¿Es posible reconstruir México y devolverle su capacidad creativa? ¿Devolverle su dimensión humana?
No hay verdadera retórica sin humanismo, porque sería demagogia. Estimado lector, si usted quiere profundizar en el tema, le recomiendo Los fundamentos del pensamiento político moderno, de Quentin Skinner, editado por el FCE en 1986.
Son tiempos de defender la 4 T de AMLO y la mejor manera de hacerlo es con argumentos sólidos, tanto teóricos como prácticos. Los que lo tachan de “falso humanista” desde su disfraz de intelectuales consumados, deberían de ponerse a estudiar un poco.