Consterna a México lo sucedió en estadio Corregidora

Por Aldo COSTILLA ROJAS

CHOLULA.- En 2012 en el cine Century 16 en el condado de Aurora en el estado de Colorado un hombre mató a doce personas y dejó a más de medio centenar de heridos. En 2015 en San Bernardino, California un grupo de tiradores atacó un centro de salud dejando un saldo de 14 muertos y al menos 21 heridos. En 2018 una escuela en San Fe, Texas, fue el escenario de una brutal matanza que cobró la vida de 10 personas y 13 heridos.

Estas historias de terror lamentablemente no son la únicas pues hay una larga lista de masacres y actos de crueldad entre los periódicos estadounidenses.

Esta vez México, que dicho sea de paso también tiene un grueso expediente de matanzas y escenas de terror, se convirtió en un campo de guerra. El estado de Querétaro, una de las entidades con menor incidencia delictiva y con una de las ciudades con mayor crecimiento del país fue el epicentro de la desgracia y el miedo.

La comparación con los episodios estadounidenses es a razón del odio dispersado entre los agresores.

Cuando vemos los videos se percibe el odio que brota de los agresores que a diferencia de los crímenes relacionados al narcotráfico en los que se actúa con cierto orgullo y bajo consigan, en los hechos del pasado domingo observamos cómo descargan ira en contra de las víctimas. Es como si la frustración, la amargura y el odio cimbraran a los delincuentes y brotara de ellos el mal. Insisto, aunque el comentario sea desafortunado, no es lo mismo agredir por encargo que por odio. ¿Qué nivel de afectación psiquiátrica tendrán esas personas para a través de patadas quebrar huesos y reventar piel como si fuera una caja o un costal? ¿A qué grado de desprecio por la vida de otros han llegado al no atender gritos de clemencia? Se entiende que en el narcotráfico, una actividad en la cual la violencia en intrínseca a la actuación de sus miembros las agresiones ocurren, por ajuste de cuentas, venganzas o intimidaciones. En lo ocurrido en el estadio la Corregidora no se entiende que se descargue la ira en contra de personas inocentes. Aquí ya no fue cuestión de quién la hizo sino quién la pague.

Mientras la autoridad estatal realiza las acciones necesarias para alcanzar justicia, el fenómeno nos llama a la reflexión, a pensar de dónde viene tanto odio entre pares, entre humanos y considerar que tan dañada y deteriorada está la estructura social, desde las familias hasta la sociedad mexicana.

Por ahora expreso mi solidaridad con las víctimas y familiares y desde los medios y cualquier canal de comunicación que tengamos llamar a La Paz y al pacífico desarrollo de las actividades que realizamos cotidianamente. Escríbenos tus comentarios al correo aldo.cora96@gmail.com y a Twitter @aldo_costi.