* Los templos vestidos de morado
Por Epigmenio ROJAS CASTRO
CHOLULA.- Se vivió una vez más el “miércoles de ceniza”, actividad con la cual da inicio la cuaresma, el periodo de la abstinencia de la carne, tiempo de reflexión sobre el comportamiento personal y el de la humanidad, sobre la vida, pasión y muerte de Jesús, para tratar de corregir lo que se tenga que corregir, mejorar lo que se deba de mejorar. Los templos amanecieron con el color morado, en señal de luto, de dolor, incluso algunos hasta con imágenes cubiertas.
El pasado miércoles, fue el llamado de ceniza, es el inicio de 40 días previos a la crucifixión de Jesús en la cruz, la cuaresma.
Este ritual se ha llevado a cabo desde finales del siglo II. Se trata de una fecha que hace referencia al tiempo que Jesús pasó en el desierto, se caracteriza por “promover el ayuno, la abstinencia, el recogimiento, la oración y el examen de conciencia de los cristianos que quieran purgar sus pecados y acercarse a la pulcritud moral de la Iglesia”.
En todos los templos católicos, se tuvo la impartición de la ceniza, símbolo que hace recordar que del polvo se viene, y al polvo se volverá; los fieles podían tomar dicho polvo y dejarlo caer en su cabeza, no se usaron este año las cruces elaboradas con corcho, esta medida se adoptó desde el pasado, como una medida preventiva contra un posible riesgo de contagio.
También fue notorio que la mayoría de los templos acataron las medidas preventivas, como reglar gel antibacterial, pedir que todo fiel que ingresara al templo lo hiciera con el cubre-boca bien puesto, y respetar en todo lo posible la sana distancia. Se notó como la inmensa mayoría de quienes acudieron a este acto piadoso, mostró responsabilidad al aplicar las medidas sanitarias.
Por otra parte, se vistieron de morado los templos, en cada celebración eucarística, el altar lucía el color, incluso en algunos templos, las imágenes fueron cubiertas con una tela delgada de color morado, símbolo de luto, de dolor.
Finalmente, el Miércoles de Ceniza nació para marcar el inicio de un período en el que se medita acerca de la vida, la muerte, el bien, el mal, la fe, la humildad y el agradecimiento.