Por Nancy LUNA SORCIA
CHOLULA.- La obsesión por el cabello impecable y perfecto no es algo nuevo. Conoce cómo la crema para peinar fue evolucionando durante los últimos 100 años hasta llegar a las que conocemos hoy en día.
Así como lo fue el maquillaje, los perfumes y las lociones corporales, los productos para el cabello también tienen su larga historia. Y si bien las cremas para peinar surgen en 1930 aproximadamente, antes se utilizaban distintos productos naturales para lograr un cabello perfecto. Algunos de ellos aún se siguen utilizando.
Hasta 1900 era común que las mujeres y hombres aplicaran lociones hechas a base de elementos naturales como la savia vegetal y aceites –el más popular era el de almendras–. Estos, además de aportar nutrientes, permitían que el momento del peinado fuera más sencillo, sin enredos, y durara impecable por más tiempo.
En 1929, se lanzó la crema Brylcreem en Inglaterra. El primer uso se lo dieron los hombres porque hacía que la forma del cabello quedara intacta por horas, un efecto similar al que se logra con el gel. Pero poco a poco, las mujeres lo incorporaron. La técnica para aplicarla era colocar un poco sobre la palma de las manos, esparcirla por el pelo y peinarla dándole la forma deseada.
15 años más tarde, con la moda de los tubos para peinar y el cabello rizado, esta crema evolucionó y se adaptó para fijar ese estilo de peinado. Además de verse más armónico, los rizos permanecían definidos por más tiempo.
Hasta entonces, estos productos tenían un efecto “mojado” pero para 1960 la tendencia cambió y se reemplazaron por aquellos de efecto seco. Aquí es en donde se crearon las primeras cremas para peinar con las características que mantienen hasta hoy en día. Se aplicaban luego del lavado para mantener los rizos naturales, o artificiales, los lacios y así obtener un cabello más sano y nutrido.
El consumo masivo de estos productos fue durante a fines de la década de los `80 y principio de los `90. Por esos años ya existían muchísimas marcas de cremas para peinar, lociones, spray y geles. Darle forma al cabello ya formaba parte de un ritual cotidiano.