Decoración navideña

Por Nancy LUNA SORCIA

CHOLULA.- La decoración navideña en el ámbito doméstico señala en el espacio familiar el ritual de la Navidad. Es una forma de marcar que el ciclo navideño, como conjunto de fiestas que empiezan a inicios de diciembre y acaban en enero, es especial, que como toda fiesta se diferencia de los días laborables. Los elementos decorativos navideños (los clásicos árboles, guirnaldas, bolas de colores…) son signos, símbolos señales del ritual y ceremonial navideño.

Hasta mediados del siglo XIX no encontramos claramente marcada una decoración privada y familiar en el mundo Occidental. Es en Gran Bretaña por influencia del Príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, cuando aparece el primer elemento decorativo, el árbol de Navidad. Un abeto normalmente adornado con luces y bolas de colores. En Alemania, de donde era originario el esposo de la reina, era un elemento tradicional. Este árbol navideño recogía y cristianizaba tradiciones antiguas precristianas de rituales centrados en la época del solsticio de invierno en que se celebra la Navidad. En Estados Unidos, por influencia de los emigrantes alemanes, es donde aparecen la mayor parte de elementos de la decoración navideña actual. Elementos sobre todo como la iluminación y todos los aspectos relacionados con Papa Noel.

A pesar de que según la tradición la Navidad sirve para conmemorar el nacimiento de Jesús, su origen está en una serie de celebraciones paganas que se festejaban alrededor del 25 de diciembre, como es el caso del solsticio de invierno. Paradójicamente, de origen pagano también es el mayor icono de la decoración navideña: el árbol de Navidad. Y es que los primeros pueblos germanos y vikingos ya celebraban el solsticio de invierno alrededor de una conífera alegremente decorada. Este árbol, al que ellos llamaban ‘Yggdrasil’, representaba el Universo y colocaba en las ramas más altas al mundo de los dioses y en sus raíces al de los muertos.

Cuando los primeros misioneros cristianos fueron testigos de esta tradición se apropiaron de ella y le dieron un giro completo a su significado. De esta forma, el primer árbol de Navidad cristiano se decoró en Alemania y Escandinavia en el siglo XVI, expandiéndose poco a poco por el resto de países y llegando a España a finales del siglo XIX. Este primer pino se decoró con manzanas y velas, que representaban el pecado y la luz de Dios, decoración que con el paso del tiempo ha ido dejando paso a las luces de colores y a las bolas de cristal.

El muérdago y la Flor de Pascua, conocida también como Poinsettia, son otros de los adornos navideños más expandidos de nuestra tradición. En el caso del muérdago, se trata de un símbolo de origen celta que servía para invocar a la buena suerte y a la protección contra las enfermedades y posibles maldiciones. Además, es tradición que las parejas se besen bajo esta ramita, ya que antes se creía que era una forma de mejorar la fertilidad.

Por su parte, la Flor de Pascua es una costumbre que se originó con los primeros cristianos mexicanos y que una vez fue descubierta por los cristianos éstos empezaron a decorar las Iglesias con ella. La leyenda de la Poinsettia cuenta que cuando Jesús nació en Belén un grupo de niños se acercaron a entregarle un regalo, pero como eran pobres lo único que pudieron ofrecerle fue esta flor, que era de color verde en su origen. Dios, conmovido por el gesto, tiñó los pétalos de rojo en señal de agradecimiento y, desde entonces, es uno de los símbolos más característicos de las fiestas navideñas.