Por: Dr. Omar Josué ROJAS VÁZQUEZ
CHOLULA.- Uno de los indicadores más difíciles de evaluar es el éxito, para todo universitario el éxito se puede traducir en el final de la carrera, o en la entrega del título, sin embargo, realmente ¿Qué representa?
Incontable esfuerzo, disciplina y amor es en lo que se puede traducir, todos conceptos intangibles, cualitativos, el primer trabajo probablemente sea el mejor indicador de éxito, y el más tangible de todos.
Cuando el egresado se abre camino en el mundo laboral, nuevos indicadores comienzan a aflorar en su vida profesional, que decir de la personal, ¿es acaso el éxito ese coche de lujo o ese departamento con vista al mar? ¿probablemente sea el sueldo superior a la media que todos deseamos o la plaza en el sector público que tanto se anhela?
¿Podemos usar la misma media, en caso de existir, para todos los egresados?, difícilmente podemos comparar entre una y otra áreas de estudio, como las ciencias sociales y las de la salud, o humanidades e ingenierías.
En muchos casos basta con mirar alrededor, los compañeros de la vocacional, de la preparatoria, ver a donde han llegado cada uno de ellos, el mosaico que van a descubrir es increíble, desde aquel tímido chico que nadie tomaba en cuenta que ahora vive fuera del país, hasta aquellos que prometían todo y decidieron tomar caminos menos temerarios, optando por la comodidad de lo local y la monotonía de la rutina.
Es pues, también necesario, mirarse al espejo, observar a través de los ojos de uno mismo y recordar a aquel niño con sueños e ilusiones, que anhelaba trabajar en la playa, viajar por el mundo, independizarse a temprana edad, casarse, tener hijos o no tenerlos, tal vez esa sea la medida del éxito que se busca, ¿cuántos sueños de niño hemos cumplido?
En todo caso, y revolviendo más las cosas, ¿el éxito va ligado a la felicidad? No se puede medir tampoco, tal vez solamente con los mismos sueños y anhelos de la infancia, en cualquier caso, nunca se es más feliz que cuando se es estudiante, así como tampoco se alcanza el éxito pleno hasta que el sueño más grande se ve cristalizado, cuando se eleva uno y bate las alas lo más alto que se pueda, porque al final, el límite es el cielo.