Por: Dr. Omar Josué ROJAS VÁZQUEZ
CHOLULA.- ¿Cuántos médicos no hemos sido rebatidos con argumentos alusivos a la herbolaria, el vox populi o a lo escuchado a la televisión? Toda recomendación hecha a la familia, al paciente o a los amigos queda silenciada, desdeñada y desechada con un “pero mi comadre / vecina / amiga dice que es mejor un té de tal o cual cosa”.
La raza humana es la única que puede crear una memoria histórica, nutrirla, estudiarla, rectificarla y heredarla a las siguientes generaciones, así se ha hecho desde que se tiene uso de razón, hay tradiciones milenarias que perduran hasta nuestros días, y hay prácticas que fueron desechadas desde hace siglos.
La medicina no es una excepción, desde que se aplica el método científico se han tratado de sentar las bases para una práctica bien fundamentada, en ello existen varios roles, desde los clínicos que tienen contacto con los pacientes, hasta los investigadores que forman parte de los consejos médicos y academias de medicina, que, en conjunto con las autoridades sanitarias, proveen de lineamientos teóricos y prácticos que faciliten un buen ejercicio médico.
La medicina basada en evidencias se ha instaurado poco a poco en nuestra nación, esta utiliza la clasificación de pruebas científicas observadas y consensuadas, sobre la base de hechos firmemente establecidos, provenientes de metaanálisis, revisiones sistemáticas y ensayos controlados que derivan en decisiones terapéuticas bien fundamentadas.
Esta práctica es ampliamente utilizada en centros de tercer, segundo y primer nivel de atención, por lo que las recomendaciones médicas suelen tener un amplio respaldo, y están sustentadas en múltiples estudios, hoy en día, bajo la crisis que estamos viviendo, las evidencias y los hechos tangibles evolucionan poco a poco, siendo que los estudios, ensayos y revisiones, entregan resultados casi en tiempo real, ejemplo de ello, es el uso de ivermectina, hidroxicloroquina y remdesivir en pacientes con COVID, mismo que ha sido refutado ya por la organización mundial de la salud.
Pareciera que la tormenta de hechos nublara la visión de los profesionales de salud, sin embargo, desde que inició la pandemia, la OMS ha obligado a todas las plataformas conocidas a poner las investigaciones referentes a COVID al alcance de todos los médicos y enfermeras, por lo que la actualización constante es imperativa en todo el personal de salud de nuestro país.
Si bien la confianza depositada en los conocidos, familiares y amigos pudiera ser mucha, hemos visto casos, donde dichas recomendaciones solamente entorpecen el pronóstico del paciente, claro ejemplo es el dióxido de cloro, que por un lado, tiene gran cantidad de seguidores empíricos, víctimas del vox populi, y por otro, gran cantidad de disidentes, quienes han visto la evidencia y saben perfectamente que el uso de dicha sustancia es contraproducente, siendo que hasta el alemán que promovió su uso, se encuentra ya bajo proceso penal, dirigido por países europeos, por crímenes contra la salud.
En esta pandemia, que en México ya ha cobrado más de 150 mil víctimas, el personal de salud tiene una doble tarea, luchar contra el SARS-CoV2 y luchar contra la ignorancia, la segunda, es la pandemia que pareciera no tener fin.