Educación cívica
Por Alejandro MARIO FONSECA
CHOLULA.- A los mexicanos nos urge una educación popular de alta calidad. Pocos lo saben o recuerdan, pero ya vivimos un experimento exitoso que por desgracia se desperdició debido a la corrupción sindical del magisterio. Hoy vivimos la oportunidad de retomar aquel proyecto.
Cuando yo tenía 12 años y tomé mi primera clase de política, empecé con el pie derecho. El primer concepto que aprendí y que se me quedó gravado para siempre, es el de Zoon Politikón.
Usted me dirá, pero cómo ¿su primera clase de política a los 12 años? Pues sí, resulta que por allá a mediados de los años 60 en los programas de estudios de la Secundaria se estudiaba obligatoriamente civismo.
Mi secundaria la estudié en el plantel No. 15 “Albert Einstein”, que sigue estando frente al antiguo Colegio Militar, en la calzada México Tacuba, desde luego en la ciudad de México.
No quiero sonar nostálgico ni post moderno, pero en aquel entonces el Secretario de Educación Pública era nada menos que Don Jaime Torres Bodet, que además de funcionario público, fue escritor, ensayista y poeta; y ¡valla diferencia con los funcionarios pusilánimes de los últimos tiempos!
Me acuerdo muy bien que desde la primera clase me encantó el civismo, sería por el encanto del maestro (no me acuerdo de su nombre) o por el gusto de la materia; o por las dos cosas. E insisto, también desde la primera clase aprendí el concepto de ser humano que vive en sociedad: Zoon politikón.
Zoon politikón: animal político
Zoon politikón (del griego antiguo ζῷον, zỗion, «animal» y πολῑτῐκόν, politikón, «político (de la polis)», «cívico») es un concepto creado por Aristóteles.
El significado literal de la expresión es «animal político» o «animal cívico» y hace referencia al ser humano, el cual a diferencia de los animales posee la capacidad de relacionarse políticamente, es decir, crear sociedades y organizar la vida en ciudades (ciudad se dice «polis» en griego).
Cuando Aristóteles definía al hombre como zoon politikón, hacía referencia a sus dimensiones social y política. El hombre y el animal por naturaleza son sociales, pero solo el hombre es político, siempre y cuando viva en comunidad.
Por lo tanto, la dimensión social ayuda a constituir la base de la educación y la dimensión política contribuye a la extensión de esa educación.
Aristóteles se preocupó tanto por la naturaleza del ser humano como por sus relaciones sociopolíticas, creía que el individuo sólo se puede realizar plenamente en sociedad ya que posee la necesidad de vivir con otras personas (civismo). También expresó que aquellos que son incapaces de vivir en sociedad o que no la necesitan por su propia naturaleza, es porque son bestias o dioses.
Urbanidad
El civismo (del latín civis, ciudadano y civitas, civitatis, ciudad) o urbanidad se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir en colectividad. Un ejemplo de civismo es cómo se comporta la gente y cómo convive en sociedad. Se basa en el respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos; buena educación, urbanidad y cortesía.
Las normas del civismo son diferentes en cada país aunque la mayoría tiene la misma función, que es, respetarse mutuamente para tener una convivencia agradable. Por ejemplo, los vecinos usan continuamente las instalaciones y los servicios de la comunidad y se ven todo el tiempo, por eso, es vital que haya una buena convivencia entre ellos (es decir, ser educado y amable de manera que no haya conflictos).
En suma, el civismo se puede entender como la capacidad de saber vivir en sociedad respetando y teniendo consideración al resto de los individuos que componen la misma, siguiendo unas normas de conducta y de educación, que varían según la cultura del colectivo en cuestión.
Don Jaime Torres Bodet
Así que una buena educación es la clave o el prerrequisito que ayuda a los ciudadanos a tomar siempre buenas decisiones y lidiar con los demagogos que los engañan.
El profesor norteamericano Roger Soder escribió que en una democracia, donde se colocan las exigencias del buen ciudadano a todos, “solo las escuelas públicas pueden proporcionar a todos la educación que necesitan”.
En 1943 Torres Bodet fue nombrado Secretario de Educación Pública por el presidente Ávila Camacho. Inmediatamente inauguró y clausuró el Congreso de Unificación Magisterial del que surgió el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Reorganizó y dio nuevo impulso a la Campaña de Alfabetización para enseñar a leer y a escribir a los adultos analfabetos que en ese entonces eran el 47.8 %.
Creó el Instituto de Capacitación del Magisterio en el que se preparaba a los profesores de primaria no titulados; organizó la Comisión Revisora de Planes y Programas, inició la Biblioteca Enciclopédica Popular que publicó más de cien títulos y dirigió el valioso compendio México y la cultura (1946).
Fundó el Comité de Administración del Programa Federal de Construcciones Escolares (CAPFCE) y construyó numerosas escuelas, destacadamente, la Escuela Normal para Maestros, la Escuela Normal Superior y el Conservatorio Nacional en la Ciudad de México,
Además, modificó el texto del artículo Tercero constitucional que suprimió la educación socialista establecida durante el gobierno de Cárdenas y que fue aprobado y publicado en 1946. Dio, en fin, coherencia doctrinaria a la educación mexicana. En el gobierno de López Mateos volvería a ser nombrado Secretario de Educación.
Una nueva oportunidad
Todo se vino abajo con la corrupción sindical del magisterio, los caciques sindicales Jonguitud Barrios y la maestra Gordillo con la bendición del PRI gobierno fueron los artífices. Sin embargo, no todo está perdido, la pandemia del covid-19 abrió una nueva área de oportunidad.
La 4 T de AMLO debe aprovechar las nuevas tecnologías de la comunicación, en combinación con una orientación basada en los valores cívicos de las reformas de Torres Bodet, para reencausar masivamente una verdadera educación popular de alta calidad. Es el momento, el 70% de los mexicanos siguen apoyándolo. Ya veremos.