Editorial
Por Mario SALAMANCA RODRÍGUEZ
Rut y David
(Continuación)
Ella no dijo nada a su marido
Por parte secreta del Zapotecas, descendió
Sus hombres venían frente a ella a su encuentro
Ella subió de inmediato, al cerro
A enemigos terminaré, sin vida
A todos ellos, Rut… vio a David
Se postró sobre su rostro, era David
Ella se inclinó a tierra
Rut, a los pies de David… dijo: “Señor mío”
Sobre tu sierva sea el pecado
¡Hablaré mi señor a tu oído!
Escucha hoy, todo ruego
No haga caso a ese hombre, perverso de Ismael
No vi tus enviados, a esta casa
Vive mi señor y tú alma ahora
Conforme a su nombre, así es Ismael
Se ha impedido… derramar sangre
A los de casa; enemigos ¡Hay sangre!
He traído el presente “dé a tus hombres”
Hoy perdona, esas gentes, sus ofensas
Se levantó a perseguir atentar a su vida
Seréis arrojados con piedra en honda
Acontecerá todo bien. En ti serás príncipe
¡Cuándo lo serás! Acuérdate; hoy te seguiré
No vengarme de mi propia mano
En mí, hubo grande razonamiento
Hay un dios, me ha defendido
De hacer mal, ha todo hombre perverso
Recibí de Manolo que había traído
Ve a casa hoy, tú voz he oído
Con grande he inmenso respeto
Y Rut, vio a Ismael, ella volvió
Él tenía banquete, en casa, cuando volvió
Estaba alegre, con él lentamente ebrio
Ese día, nada declaró ella
Hasta el día siguiente, por la mañana
Cuando el efecto del vino pasó
Le dijo esas cosas, él desmayo
Su corazón como piedra, así quedó
Mi señor le miró, y murió
David oyó de Ismael… Había muerto
Bendito mi señor; él le juzgó
De mi afrenta que recibí de su mano
Percibí ese mal, a su siervo
David mandó hablar a Rut, para ser su mujer
Vinieron a Rut diciendo, él te hace su mujer
Se levantó, dijo: Iré, seré su mujer.