Por Salvador ESPINA
CHOLULA.- México es una democracia relativamente joven y demasiado perfectible, esto porque vivimos en un país que todavía hace menos de 50 años las elecciones eran organizadas y ejecutadas por el mismo gobierno autocrático y hegemónico de la historia reciente de México.
De la misma forma, todavía, vemos hoy una pobre cultura política en la ciudadanía, así como partidos cada vez menos propositivos y más mediocres que no dan verdaderas opciones a los ciudadanos. En parte, estas cuestiones se deben a varios factores que podemos seguir apreciando y que son vicios de la política que deben ser erradicados de apoco, y que en este proceso electoral desgraciadamente vemos otra vez.
Uno de estos vicios es el tema de los cacicazgos políticos en los municipios. Con esto me refiero a aquellas personas que creen ser acreedores por herencia a ser los comandantes del destino de los municipios, y que en su momento, será labor de su descendencia.
En este sentido el mayor problema es la invulnerabilidad y falta de responsabilidad social muchas veces de estos personajes. Pues, desgraciadamente, no importa que tantas fechorías hagan o qué tan corruptos puedan llegar a ser, seguirán teniendo consideración y cargos hasta que su valor electoral no exista más.
En la otra mano, es preocupante también que este mismo estatus de perpetuación del estatus quo les haga despreocuparse por seguirse preparando académica y profesionalmente. Complicando así el poder dar mejores resultados a la ciudadanía y un mayor desarrollo a sus ciudades.
Esta dinámica estanca perfiles nuevos y muchas veces mejor preparados que estos caciques que si bien, merecen reconocimiento, se han vuelto displicentes con esta responsabilidad. Por ello, los partidos deben buscar la forma de combinar el respeto y el lugar que se merecen estas personas que han sido importantes en la vida política de su municipio desde hace mucho tiempos, con el empoderamiento de ciudadanos capaces y nuevos cuadros, en especial los jóvenes, que oxigenen y refresquen la baraja de la clase política local, que de nuevas y más preparadas soluciones a las problemáticas complejas que hoy se presentan en nuestro México.
Por último, me parece que la clave de ir mejorando y revitalizando nuestra clase política, que nos permita transitar a mejores y más capaces democracias y gobiernos, es respetar el equilibrio y poder electoral que le dan los liderazgos clásicos en los municipios, así como la introducción de nuevos perfiles cuyas características sea el conocimiento, experiencia y honestidad. De esta forma, podremos, de a poco, ir avanzando en los procesos políticos y la transición a democracias más eficientes y gobiernos más capaces de generar bienestar y crecimiento para México y sus municipios.