Por Andrés Felipe REYES
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CHOLULA.- “Había una vez, en tiempos antiguos, un viajero curioso que se encontraba en el corazón de la antigua ciudad de Cholollan. A lo lejos, las majestuosas pirámides se alzaban hacia el cielo, proclamando la grandeza de una civilización olvidada. El sol brillaba en lo alto, iluminando la ciudad y sus misteriosas calles.
El viajero se adentró en la gran plaza, donde el bullicio y la energía llenaban el aire. Se encontró con una multitud de indígenas, vestidos con coloridos atuendos, que se congregaban alrededor de una imponente figura. Era Hernán Cortés, líder de los conquistadores españoles, acompañado de sus soldados con brillantes armaduras y armas nunca antes vistas en esas tierras.
El corazón del viajero se llenó de asombro y temor ante la presencia de aquellos extranjeros y su inminente encuentro con una cultura diferente. Observó cómo los indígenas se acercaban a los españoles, ofreciendo regalos y símbolos de bienvenida.
Sin embargo, la atmósfera cambió repentinamente. Un grito resonó en el aire, y la multitud pareció congelarse. Los soldados españoles, en un rápido movimiento, desenvainaron sus espadas y atacaron a los indefensos indígenas. La matanza había comenzado.
El viajero se sintió impotente frente a la brutalidad y la violencia que se desencadenaba frente a sus ojos. Los gritos de dolor y desesperación llenaron el aire, mientras los conquistadores avanzaban sin piedad. Los indígenas, superados en número y armamento, no pudieron resistir el embate.
En medio del caos y la confusión, el viajero buscó refugio en una de las callejuelas adyacentes. Se escondió entre las sombras, incapaz de apartar la mirada de la tragedia que se desplegaba ante él.
La matanza se prolongó durante horas que parecieron eternas. Cuando finalmente cesó, el viajero salió de su escondite con el corazón apesadumbrado. Miró a su alrededor, y lo que una vez fue una animada plaza ahora yacía silenciosa y llena de muerte.
El viajero no podía entender cómo la ambición y el ansia de poder podían conducir a tanta destrucción y sufrimiento. Las pirámides, antes símbolos de grandeza y espiritualidad, ahora eran testigos mudos de una tragedia inimaginable.
En ese momento, el viajero comprendió la fragilidad de la vida y la importancia de valorar y proteger la diversidad cultural. Prometió llevar consigo la historia de Cholula y compartir su doloroso legado con el mundo, para recordar que la violencia y la intolerancia nunca deben prevalecer sobre la humanidad y la compasión.
Desde entonces, el recuerdo de la matanza de Cholula ha perdurado en el corazón del viajero, quien se convirtió en un mensajero de la historia y un defensor de la paz y el respeto entre todas las culturas y civilizaciones. Su legado se convirtió en un recordatorio de la importancia de aprender del pasado para construir un futuro mejor y más armonioso para todos.”
Esta historia fue escrita increíblemente por la inteligencia artificial ChatGpt de Open IA en tan solo 10 segundos, lo que a un humano normal le hubiese llevado algunos minutos u horas en corregir algunos puntos, mientras que la imagen fue creada por StarryAI. Notemos con inmediatez que la inteligencia artificial en muy poco tiempo suplantara a escritores, narradores y periodistas, esto nos deja en la incógnita de si seremos capaces de ser aún mejores que un montón de algoritmos que se ejecutan con rapidez o nos dejaremos derrotar por esto. La idea de que una Inteligencia Artificial podrá controlar muchos aspectos de nuestras vidas (o controlarla en su totalidad) ya no es una historia de ciencia ficción, la IA creara hasta una historia artificial perfectamente ejecutada para engañar, podría en un futuro cambiar nuestra historia sin que las nuevas generaciones se den cuenta, pues estas habrán nacido creyendo en la verdad que la misma IA programara en la educación de las escuelas.
Por el momento solo hay que disfrutar de lo que puede crear el mejor avance de los últimos años en cuestión de tecnología y accesibilidad.