CHOLULA.- Hablar de religión en México sigue siendo un terreno resbaladizo donde las opiniones divergen y, en muchas ocasiones, se prefiere evitar el tema para evitar conflictos. Como solían decir nuestros abuelos: «nunca hables de religión, política o fútbol porque vamos a terminar peleados». Sin embargo, el tema religioso es un componente esencial en la formación y educación de los individuos, moldeando sus valores y perspectivas de vida.
Dando un vistazo a las cifras del último censo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el panorama religioso en México está experimentando cambios significativos. La religión católica, aunque aún predominante, ha experimentado un descenso del 5 por ciento desde 2010, pasando del 82.7 al 77.7 por ciento de la población.
Por otro lado, los grupos protestantes y cristiano-evangélicos han experimentado un aumento del 3.7 por ciento, representando ahora el 11.2 por ciento de la población. Además, otras religiones han ganado terreno, sumando un 2.4 por ciento de la población, incluyendo adherentes a religiones como el Judaísmo, Islam y otras raíces étnicas.
Notablemente, 10 millones 211 mil 052 mexicanos indicaron no tener religión, mientras que 3 millones 103 mil 464 se consideran creyentes sin adscripción religiosa. En este grupo, 3 millones 103 mil 464 personas se identifican como agnósticas, constituyendo el 2.5 por ciento de la población.
En un estudio cuantitativo y cualitativo, indagamos en las motivaciones detrás de las creencias religiosas. En el caso de los católicos, el 79.3 por ciento menciona la tradición o costumbre como motivo, mientras que el 56.3 por ciento de los cristiano-evangélicos lo hace por convicción.
Al explorar las razones detrás de la falta de afiliación religiosa, el 31.2 por ciento declaró que no les interesa, mientras que un significativo 24.1 por ciento señaló la inmoralidad de los representantes religiosos como motivo.
Este panorama nos lleva a reflexionar sobre la diversidad y complejidad del tema religioso en México. Además, abre un abanico de posibilidades para explorar en distintos campos académicos y periodísticos. ¿En qué zonas se concentran las personas sin religión? ¿Cuál es el comportamiento de las personas religiosas? ¿Cómo afecta la religión el comportamiento delictivo?
El debate sobre la laicidad del Estado también surge, generando interrogantes sobre su efectividad. Queda claro que el tema religioso no es solo un asunto de creencias individuales, sino un componente intrincado de la sociedad mexicana que merece un análisis más profundo. En última instancia, cada uno de nosotros debe reflexionar sobre cómo la religión contribuye a nuestro desarrollo personal y colectivo.