MANTENER FUERTES INSTITUCIONES Y ELECCIONES JUSTAS ES CLAVE PARA PROTEGER NUESTRA DEMOCRACIA Y EVITAR CRISIS DE LEGITIMIDAD.

Por: Jorge Gómez Carranco

 

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) declaró a inicios de 2025 que la reelección de Nicolás Maduro carece de legitimidad democrática. Según el organismo, las elecciones del 28 de julio de 2024 no cumplieron con los estándares internacionales de transparencia, participación y respeto a los derechos políticos. Las principales razones son: 1. La opacidad electoral: El Consejo Nacional Electoral (CNE) no publicó las actas de votación ni permitió auditorías independientes, lo que imposibilitó verificar los resultados. 2. Represión y violencia: Hubo persecución a líderes opositores, detenciones arbitrarias y censura a la prensa antes y después de la votación. 3. Exclusión de candidatos: Líderes como María Corina Machado fueron inhabilitados, restringiendo el derecho de los ciudadanos a elegir libremente. 4. Falta de garantías: La suspensión de auditorías y la intervención del Tribunal Supremo de Justicia, controlado por el oficialismo, consolidaron un proceso sin imparcialidad.

También hubo consecuencias inmediatas. Internacionalmente, la Unión Europea, Estados Unidos, el G7 y varios países latinoamericanos desconocieron los resultados y exigieron transparencia. En contraste, aliados como Cuba y Nicaragua reconocieron el triunfo de Maduro. Y nacionalmente, la oposición encabezada por Edmundo González Urrutia denunció fraude, pero el oficialismo afianzó el poder a través del control militar y de las instituciones.

¿Cuál es el Impacto social y político? Aislamiento internacional: Venezuela enfrenta sanciones y pérdida de apoyo diplomático; Crisis humanitaria: La ilegitimidad agrava la migración y el deterioro social, con millones de venezolanos buscando refugio en el exterior; Reforzamiento autoritario: En lugar de abrir espacios de diálogo, el régimen intensificó la represión con nuevos arrestos y persecución política.

Por qué les hablo sobre este tema específicamente. La situación en Venezuela tras la controvertida reelección de Nicolás Maduro ofrece a México una serie de lecciones y consideraciones para el futuro. En primer lugar, resalta la importancia de mantener una posición clara en política exterior, pues la comunidad internacional se ha dividido entre quienes reconocen al régimen y quienes lo rechazan, lo que obliga a México a reflexionar sobre su papel diplomático y la credibilidad que puede tener como mediador o como defensor de los principios democráticos en la región. Al mismo tiempo, el fenómeno migratorio derivado de la crisis venezolana representa un reto directo para México, ya que se ha convertido en país de tránsito y destino de miles de venezolanos que buscan llegar a Estados Unidos. Esto exige fortalecer políticas de atención humanitaria, seguridad y empleo, anticipando que los flujos migratorios continuarán aumentando mientras persista la inestabilidad política y social en aquel país.

La experiencia venezolana también deja lecciones para el sistema democrático mexicano, pues evidencia cómo la concentración de poder y el debilitamiento de las instituciones electorales y judiciales pueden derivar en una crisis de legitimidad que afecta la estabilidad nacional. Para México, reforzar la autonomía de órganos como el Instituto Nacional Electoral y preservar la independencia del Poder Judicial resulta esencial para garantizar elecciones libres y confiables, evitando escenarios de polarización extrema y pérdida de confianza ciudadana. En el terreno económico, la situación de Venezuela muestra las consecuencias negativas del aislamiento internacional y de la falta de diversificación productiva, lo que recuerda a México la necesidad de mantener vínculos comerciales amplios, estabilidad macroeconómica y un marco de seguridad jurídica que atraiga inversiones.

Otro aspecto relevante es la seguridad regional, pues la debilidad institucional en Venezuela ha facilitado el avance de redes criminales y grupos armados en su territorio. México debe observar este fenómeno con atención, dado que la expansión del crimen organizado en América Latina trasciende fronteras y puede impactar su propia estabilidad. Por todo ello, la crisis venezolana y el cuestionamiento de la legitimidad de Maduro deben asumirse como un espejo para México, que se encuentra en la obligación de fortalecer sus instituciones democráticas, mantener el equilibrio entre soberanía y defensa de los derechos humanos en su política exterior, y prepararse para atender las implicaciones sociales y económicas que la crisis venezolana seguirá generando en la región.

El futuro dependerá de la presión internacional, la capacidad de reorganización de la oposición y, sobre todo, de la resistencia de la sociedad venezolana, que continúa demandando elecciones libres y un cambio democrático real.