Por Nancy LUNA
CHOLULA.- El perfil del nini mexicano y latinoamericano es un varón que tiene entre 19 y 24 años de edad, vive en las ciudades y no terminó el bachillerato. Normalmente el camino que lo lleva a esta condición, sobre todo entre hombres, es la deserción escolar temprana para empezar a trabajar, seguida del desempleo.
Las mujeres representan dos tercios de la población nini de la región y los factores de riesgo más importantes que enfrentan son el matrimonio antes de los 18 años y el embarazo durante la adolescencia; entre los rasgos comunes está que no terminaron la secundaria, o están en condiciones de pobreza o vulnerabilidad.
Respecto a la percepción de este fenómeno, una encuesta de OCCMundial reveló que siete de cada 10 personas considera que este es “un problema grave en nuestro país”, y se deriva de la apatía (52%), falta de oportunidades laborales (51%), salarios bajos (47%), desempleo (37%) y embarazo en la adolescencia (30%).
Las cifras nos revelan un problema estructural y no individual. No se trata de casos aislados y refleja la necesidad de políticas públicas serias para la atención de la juventud y atacar problemas que parecen invisibles o invisibilizados por lecturas estigmatizadas y carentes de datos:
Embarazo adolescente
Acceso a la educación
Educación sexual
Condiciones dignas para tener experiencia profesional
Discriminación laboral en los jóvenes
Por lo tanto la mayoría de los ninis no creen que el gobierno pueda contribuir a la solución. Piensan que la solución está en ellos mismos. A veces tienen la esperanza de que el desenlace sea conseguir mayores ingresos, pero es poco probable; por ejemplo, sueñan en convertirse en futbolista profesional, dejar el país para trabajar en un crucero o emigrar a Estados Unidos.
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