Por Salvador ESPINA
CHOLULA.- Son tiempos turbulentos para el mundo y México en el que vemos guerras que nunca creímos ver, así como fenómenos sociales cada vez más descabellados y radicales que no hacen más que dividir a la sociedad y tener visiones de la verdad cada vez más a conveniencia y retorcidas que ponen a las nuevas generaciones en tierra de nadie.
Un mundo en el que los jóvenes nos toca crecer, aprender y tratar de descubrimos en esta vida. Un mundo en el que nos enteramos de todo, pero a la vez, de forma lejana desde una pantalla. Y, por ende, viene la pregunta a futuro de cuál es el papel que nuestra generación tiene.
En estricto sentido es interesante pensar en el papel que tenemos los jóvenes en la defensa de la democracia y las instituciones en tiempos en que los jóvenes cada día se radicalizan más o, por otro lado, simplemente no les interesa con lo que le pase al mundo y a su país.
Algo que tenemos que entender como generación es nuestro papel vital para que la democracia siga siendo el régimen que permite el dialogo y que todas la voces sean parte de las decisiones del rumbo que tomaremos. La relevancia de nuestra generación radica en varios aspectos, por ejemplo: somos la generación poblacionalmente hablando más grande que tendrá la juventud por mucho tiempo debido a la baja en la natalidad que se ve en las nuevas familias, otra es la preparación en mayor cantidad de jóvenes que tenemos, así como la interconectividad, el acceso a información y capacidad de comunicar masivamente.
Es entonces que veo nuestro papel en dos sentidos, que, además, son en dos de los temas más urgentes en nuestras sociedades. Uno es la necesidad de que demos ejemplo de cómo unir y construir, en lugar de polarizar y destruir. Y, en segundo lugar, siendo los guardarrieles de la democracia. Esto haciendo alusión a las barreras de contención que evitan que los autos se salgan del camino provocando accidentes mortales.
Es por ello, por lo que los jóvenes tenemos tarea, dando ejemplo de los valores democráticos que podemos ofrecer, dar soluciones más técnicas y estudiadas a problemas realmente graves, buscar ser mediados, llevando los radicalismos a la extinción, así como levantar la mano para tomar el liderazgo en los diferentes espacios y materializar los puntos anteriores en una realidad que traiga el bien común tan necesario para el mundo y México.