Por Jorge Gómez Carranco
El miedo a denunciar es uno de los principales obstáculos que enfrentan las mujeres mexicanas. Muchas temen que al hacerlo puedan sufrir represalias, como agresiones físicas más severas, aislamiento social o incluso la pérdida de sus hijos. Además, en algunos casos, las víctimas sienten que no serán creídas o que las instituciones no les brindarán protección, lo que las lleva a mantenerse en silencio. La cultura machista y los estereotipos de género también juegan un papel importante, ya que en muchas comunidades se considera que los problemas familiares deben resolverse en casa y que la mujer debe soportar el maltrato por mantener la unidad familiar.
Muchas de ellas viven en un ciclo de maltrato que puede ser psicológico, económico o físico, y que en ocasiones se prolonga durante años sin que puedan o quieran buscar ayuda. La violencia psicológica, por ejemplo, puede incluir insultos, amenazas, humillaciones y control excesivo, lo cual desgasta emocionalmente a la víctima y la hace sentir impotente. La violencia económica, por su parte, implica la privación de recursos, control del dinero y limitaciones para tomar decisiones, lo que refuerza la dependencia de la mujer hacia su agresor y dificulta su salida de la situación de violencia.
Otra causa del silencio es la falta de apoyo económico y social. Muchas mujeres dependen económicamente de sus agresores y sienten que no tienen recursos para salir de esa situación. La falta de información sobre sus derechos y las pocas opciones de refugios o ayuda especializada también contribuyen a que muchas prefieran callar y aguantar el maltrato. Esto genera un ciclo de violencia que se perpetúa y que afecta no solo a la mujer, sino también a sus hijos, quienes pueden crecer en un ambiente de miedo y agresión.
Es importante que la sociedad en su conjunto tome conciencia de la gravedad de esta problemática y promueva acciones para prevenir y erradicar la violencia familiar. La denuncia debe ser vista como un acto de valentía y protección, y las instituciones deben ofrecer apoyo psicológico, legal y social a las víctimas. Solo así se podrá romper el silencio, empoderar a las mujeres y construir un entorno en el que puedan vivir libres de violencia y con dignidad. La lucha contra la violencia familiar requiere un compromiso colectivo para cambiar las actitudes, las leyes y las estructuras sociales que permiten que estas situaciones persistan.
Que harías tú, mi estimado lector si conoces de un caso donde la mujer tiene miedo a salirse de su hogar por que no tiene donde ir a vivir, no tiene trabajo y vive con el terror de sufrir represalias por parte de su pareja en la calle. Es difícil porque no vivimos lo que ellas viven, es fácil opinar cuando no estamos ahí en su lugar, el tiempo ha jugado en su contra y esta tan vulnerable que el miedo es inevitable y la sociedad es tan apática que solo mira hacia uno mismo. Somos tan indiferentes que podemos ver a una persona tirada en la calle y pasamos de largo.