La Talavera

Por Nancy LUNA SORCIA

CHOLULA.- La Talavera Poblana tiene sus orígenes compartidos entre China y España; la historia indica que fue a finales del siglo XII cuando alfareros llevaron las técnicas y diseños chinos a Mallorca, que se convertiría en el centro de exportación más importante de cerámica hispano-morisca de la Edad Media.

Las mayólicas eran las cerámicas de Mallorca, cuya producción fue el inicio de la industria que se extendería por toda la Península Ibérica.

Otro detalle a contemplar es que en esa época España era dominada por musulmanes, una influencia también interesante.

Talavera de la Reina es una ciudad española de la provincia de Toledo que, durante los siglos XV y XVI, alcanzó gran fama gracias a su cerámica de calidad utilizada en construcciones como el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, la catedral vieja de Salamanca y la iglesia del monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas en Burgos.

Talavera y Sevilla se convertirían en los principales centros de exportación de loza fina al Nuevo Mundo.

Igualmente la presencia italiana se hace presente, maiólica, es una palabra italiana que hace referencia al barro cocido vidriado al estaño, decorado con óxidos metálicos pintados sobre el vidriado sin cocer.

Aunque hay varias historias del origen de la talavera poblana, una de ellas es la más aceptada y adjudica su llegada a los curas y sus acciones evangelizadoras.

Fue así como en la construcción de conventos necesitaban de azulejos y otros objetos para su decoración, pero era muy costoso importar las mayólicas de España, además tardaba mucho, por lo que para satisfacer la demanda, los artesanos españoles y los mismos monjes enseñaron a los indígenas a producir la cerámica vidriada.

Las ordenanzas con tal fin se redactan en Puebla en 1653 y establecieron reglas para el ejercicio de la profesión como la clasificación de la loza en tres géneros: fina, común y amarilla; las proporciones de los barros para producir piezas de buena calidad; las normas a seguir para el decorado; otras cualidades y detalles de fabricación.

Se reconocen los años desde 1650 a 1750, como la época de auge y esplendor de la Talavera Poblana, tiempo en que se difundió por toda la Nueva España y otros países como Venezuela, Guatemala, Cuba y Colombia.

No obstante, con las guerras de independencia y la poca posibilidad de comerciar, sumado a la desaparición de muchos talleres y de los gremios de artesanos, comienza la etapa de declive.

A principios del siglo XX, el español Ventosa y el mexicano Martínez Uriarte, se animaron a dar nueva vida a la talavera poblana, mejorando los estándares de calidad de entonces y también crearon nuevos diseños decorativos con influencias precolombinas y de art nouveau que se sumaban a los tradicionales diseños de raíz islámicas, chinas (dinastía Ming), españolas e italianas.

Así fue como ya desde el año 2000 fueron aumentando la cantidad de talleres que trabajan el arte de la talavera poblana.