Venezuela un futuro incierto
Mtro. Gerardo GALICIA
CHOLULA.- El panorama político en Venezuela sigue deteriorándose, y el reciente proceso electoral solo ha intensificado la situación. La elección presidencial del domingo 28 de julio de 2024 ha culminado en el peor escenario posible. En la madrugada del lunes, el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció como ganador al actual presidente Nicolás Maduro, con un 51,20% de los votos frente al 44,20% obtenido por su principal contrincante, Edmundo González Urrutia, candidato de la opositora Plataforma Unitaria Democrática.
La reacción de la oposición fue inmediata y contundente. María Corina Machado, verdadera líder de la oposición, declaró que no reconocía la victoria de Maduro y consideraba falsos los resultados anunciados por la CNE. Argumentó que los datos recogidos por sus militantes durante la jornada electoral y los sondeos a pie de urna contradecían abiertamente los resultados oficiales. La oposición exigió la publicación de las actas electorales de cada mesa y una revisión pública, transparente y detallada de todos los votos.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, defendió su victoria durante una rueda de prensa el 31 de julio de 2024 en el Palacio de Miraflores en Caracas. Su actitud inflexible no solo ha exacerbado la crisis política, sino que también está privando al movimiento bolivariano de la posibilidad de convertirse en una opción política normal dentro del espectro democrático, con opciones de volver al poder en el futuro.
La crisis política en Venezuela no es un fenómeno nuevo, pero la reciente elección ha puesto de manifiesto las profundas divisiones y la falta de confianza en las instituciones electorales del país. La inflexibilidad de Maduro en aceptar una revisión transparente del proceso electoral solo ha servido para profundizar la desconfianza y el descontento entre la población y la oposición.
La situación en Venezuela es cada vez más preocupante. La falta de reconocimiento de los resultados electorales por parte de la oposición podría llevar a un aumento de las tensiones y posiblemente a una mayor inestabilidad en el país. La comunidad internacional observa con preocupación los acontecimientos, y es probable que las sanciones y las presiones diplomáticas se intensifiquen.
Mientras tanto, el pueblo venezolano sigue sufriendo las consecuencias de una crisis política y económica que parece no tener fin. La falta de consenso y la polarización extrema entre los actores políticos dificultan cualquier posibilidad de una solución pacífica y negociada. En este contexto, el futuro de Venezuela sigue siendo incierto, y la esperanza de una resolución democrática y justa parece cada vez más lejana.
La actitud de Maduro, lejos de solucionar la crisis, está ahondando las divisiones y poniendo en peligro cualquier posibilidad de un cambio pacífico y democrático. El movimiento bolivariano, en lugar de consolidarse como una opción viable dentro de un espectro político democrático, corre el riesgo de ser visto cada vez más como un obstáculo para la democracia en Venezuela.