Editorial
Por Mario SALAMANCA RODRÍGUEZ
El placer mundanal en el mundo se extendió
Malgaste sin contar el pecado me condenó
Así fui destruido en todo debajo del cielo
Mi carne está muerta de todo lo hecho
Ciego fui en todo mal, alejado de mi salvador
En esta generación de la vida; he sido injusto
Hice conforme mi voluntad, sin ningún mandato
Por causa de mis males, malgaste sin contar
Viví sin pensar, no fui justo, fui impío
Mundanal oropel, ¡No hice lo que es justo!
Hablar de mi; bí amarga hiel
¡Hijo pródigo! Me deslumbró el oropel
En esta hermosa tierra, seré destruido
¿De prisa escaparé! Nada poder hacer… yo
He llegado a todo mal; el sol ya se oculta
En mí, por la mañana viene el gran día
Vine en pecado en la vida, que me condenó
Miré el pasado de mis culpas… yo
Destrucción, muerte ahora soy viejo
Me acostaré, no sentiré y luego él se levantó
Bebí el vino amargo, mordedura de áspid
Habite como forastero lejos del hogar
Destruido, herido me has hecho morir
Soy culpable de maldad, perdona toda iniquidad
La vida tiene gran valor en su portentoso amor
Escuché; se quejan de esta depravada multitud
Hay gentes más grandes y fuertes con poder
Seré muerto en el desierto, irritados por la multitud
De ti lejos, muy lejos me llevo el mal
Con su brazo extendido me salvó
Fuera de mi, toda idolatría de lugar alto
Indigno de poseer heredad terrenal
Esa luz de la cruz siempre brilló
Donde mi señor por salvarnos expiró
Por mi su grande amor, por ti lo demostró
Indignos pecadores por su amor, él me halló
Y oré al señor: diciendo señor perdóname
No mires mi impiedad y pecados, te guiaré,
Me levante, me santifiqué de toda maldición
Oh varones, cantareis canción de redención.