Por Edmundo TLACUILO ALMAZÁN
CHOLULA.- En la obra de Dostoyevski El Conflicto de los Héroes es Interno. Sus personajes tienen una encarnizada lucha contra sí mismos. No es menos dolorosa la lucha del héroe que enfrenta adversidades eternas; sus héroes afrontan su inco0nsistencia interna; el sufrimiento revela lo verdaderamente humano; los claros cursos en las personalidades (léase, El Ladrón Honrado). Somos irracionales y pugnamos por establecer el 2orden” racional, pero este no se halla; esa lucha es precisamente nuestro espíritu. Raskolnikov en Crimen y Castigo, se siente pleno cuando ha ideado el asesinato, y el alevoso criminal siente la más sincera de las compasiones por una viuda en bancarrota. Asesina, pero es capaz de sentir amor por una prostituta porque comprende su destino atroz. Esta aparente incoherencia es la naturaleza misma de los sentimientos: Todo impulso engendra su contrario. Lo permanente es la angustia, pues los personajes esperan el final inexorable, viven en la tensión, en tanto llega el esclarecimiento, de un crescendo telúrico.
Dostoyexski tuvo una viuda vertiginosa y desazonada. Durante su juventud acude a un círculo socialista que conspira contra el zar y en una reunión cae preso en una redada, luego es condenado a muerte. Vive el dramático indulto que lo libra de la muerte minutos antes de su ejecución; los trabajos forzados lo sumen en una profunda soledad en Siberia y la ludopatía incrementa su precariedad, económica por el resto de su vida. El castigo del régimen zarista rompe su espíritu de rebeldía. Aunado a ello, sufre de epilepsia en medio de la dolorosa miseria. La fe es su refugio.
No consideramos su misticismo como conservadurismo pedestre, templado por la fragua de la duda, cree en Cristo “Yo no creo en dios como un tonto fanático sus estúpidas naturalezas no podían imaginar una negación tan intensa como la que yo he vivido”. En El Inquisidor, podemos descubrir las discusiones consigo mismo. Dostoyevski se aleja del racionalismo de occidente y reafirma su nacionalismo ruso, y en cierto modo podemos leer en este chovinismo una crítica a la modernidad y al racionalismo burgués. Georgy Lukács lo interpreta así: Sus héroes están desgarrados porque están dominados por la bondad, no son racionales. Personajes con una bohemia espontánea; Aliosha (los hermanos Karamazov o El Príncipe Idiota, y paradójicamente, está cualidad es la razón de su sufrimiento. En su primera novela, Pobres Gentes, hallamos la exaltación de la renuncia de sí mismo; y este imperativo moral trasciende la racionalidad; un personaje de los hermanos dice: “Ama la vida, dejando a un lado la lógica y solo entonces alcanzaremos a comprender su significado”, sus personajes son intelectuales, pero viven como la masa miserable. Dostoyevski aseguró que no iba a tomar partido por ninguna clase, pero evidencia el distanciamiento del intelectual con el pueblo. En su obra existe una plena democracia espiritual los pobres y los ricos padecen los mismos problemas morales.
No obstante, resalta sus exquisita predilección por los apátridas, los desclásese; en su expresión naturalista es el primero que interioriza a los actores de la realidad urbana; alcohólicos, burócratas, prostitutas, enfermos miserables, etc., hace sucumbir los estigmas de clases; todos somos iguales ante el infierno interno.
Dostoyevski desciende hasta el fondo de las emociones, llevando al naturalismo hasta sus últimas consecuencias, permitiendo que penetre en la realidad de la consciencia. Deshilacha las vivencias a fuerza de repensarlas incesantemente; desciende al pozo de los deseos reprimidos, al inconsciente.
Los personajes son, literalmente, apasionados por el pensamiento; luchan con desesperación por sus propias ideas (inmorales, cuestionables, atípicas) como lo hacen los personajes de las novelas caballerescas. Cuando Xavier Villaurrutia prolonga una antología de Ramón López Velarde a la que nombra El León y la Virgen, asegura que la poesía de Velarde es un torbellino de dos extremos; el erotismo y el misticismo, con Dostoyevski ocurre algo similar; ello nos recuerda que la literatura, si es verdadera, puede estremecer nuestra propia existencia, Dostoyevski nos enseña que hallar un sentido a la vida nunca resulta una empresa sencilla.
Benévolo lector, algunos versos de Bernardo Ortiz de Montellano. Nació en la ciudad de México el 3 de enero de 1899, donde murió el 13 de abril de 1949. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria. Trabajó en la Secretaría de Educación Pública en 1928, fundo con Bernardo J. Gastélum, Jaime Torres Bodet y enrique González Rojo, la revista Contemporáneos, de la que fue director 3 años, pretendió revalorizar la poesía indígena de México.
Sueño de Amor Perfecto
Amor de sueño amante que otro cielo
Revive en su interior desdoblamiento
Unión la de los ojos y el aliento
Que las manos a parta de su celo
Amor de cuerpo y sombra ceniciento
De paisajes recónditos al hielo
De color y de aroma y de desvelo
Puro como la muerte y como el viento.
Amor que de la carne vuelve al suelo
Y en él imagen que desnuda anude
La ribera sin ámbitos de cuerpo.
Amante que en su sombra se demude
Y en su sangre redima lo que fluye
Y descubra en su sueño lo que sueño.
Bernardo Ortiz de Montellano