Diputado o futbolista: ¿Qué es más difícil?

Por: José Salvador Espina Garzón

Hace algunos días, se vivió uno de esos momentos que quedarán en la memoria de la Cámara de Diputados por muchos años. El Congreso de la Unión en México ha sido tristemente escenario de desfiguros, desfachateces, violencia y todo tipo de actos circenses que uno podría imaginar.

Es importante recordar que el Congreso es la máxima tribuna del país, el lugar donde se discuten y toman las decisiones más importantes que nos regirán jurídicamente. Ser representante popular no solo es un privilegio, es un honor, pero, sobre todo, una enorme responsabilidad.

El principio democrático que nos rige establece que todos tenemos el derecho de votar y ser votados, siempre que seamos mayores de edad y tengamos un modo honesto de vivir. En otras palabras, la democracia nos otorga la oportunidad de aspirar a cargos públicos de elección popular sin importar nuestra educación, origen, etnia, etc.

Sin embargo, un debate recurrente es que, aunque todos tenemos el derecho a ser alcaldes, diputados, presidentes, etc., eso no significa que estemos preparados para llenar esos puestos. Este debate volvió a mi mente al recordar el último escándalo en la Cámara de Diputados. En esta ocasión, el diputado y exgobernador Cuauhtémoc Blanco logró salvar su fuero, el cual lo protege de enfrentar una acusación por violencia contra su pareja e hijo.

Probablemente, muchos recordamos al «Cuau» en su etapa como ídolo del América, deslumbrando en el campo de juego con su personalidad y picardía, tanto en el juego como en las celebraciones de sus goles. Sin embargo, el actual diputado parece haber sido atrapado en fuera de lugar, enfrentando algo mucho más serio que un simple juego.

Este incidente reabre el debate mencionado, en el que un futbolista parece carecer no solo del conocimiento legislativo, político y jurídico necesario para tomar las riendas de nuestra normativa como nación, sino también de la calidad humana que se espera de un representante popular. Aunque este tema no está relacionado directamente con su carrera como futbolista, plantea una reflexión: ¿deberían existir filtros meritocráticos para acceder a estos cargos? Filtros que no solo busquen mayor eficiencia en el trabajo, sino también una mejor calidad de valores en nuestros representantes, evitando momentos como este.

Aunque parece un tema que seguirá siendo ignorado, es crucial que como ciudadanía empecemos a exigir mejores perfiles a los partidos políticos. Debemos demandar que sus candidatos sean personas honorables, de palabra y trabajo, para evitar que personajes incompetentes o aquellos que vulneran la dignidad de otras personas, especialmente mujeres, lleguen al poder y al fuero, como ocurrió en este caso.