* Peregrinos y comerciantes, recibieron su café caliente y su pan
Por Epigmenio ROJAS CASTRO
CHOLULA.- Como ocurre cada 8 de septiembre, la plaza de La Concordia, se transformó en un gigantesco tianguis, el del milenario trueque, miles de personas arribaron a intercambiar productos, mercancía, alimentos, frutas, artesanías, incienso y mucho más, a temprana hora la mayoría recibió un vaso con café una pieza de pan, que ayudo a mitigar un poco las inclemencias del tiempo, una mañana y día fría, con vientos helados, que eran contrarrestados por el calor humano de quienes a lo largo del día se dieron cita para vivir y disfrutar esta milenaria tradición.
Empezaba a clarear el día, un día frío, con ráfagas de viento, la explana lucía ya con los puestos de los propios, aún cerrados, empezaban a llegar los comerciantes, quienes bajaban del cerro, habían acudió a visitar a la virgen de los Remedios, pedirle su amparo y protección y algún favor especial, estaban lo mejor abrigados posible.
Faltaban unos minutos para las 6 de la mañana, personal del ayuntamiento ya estaba a las puertas del palacio municipal, se alistaban para colocar 4 estaciones en donde repartirían el café caliente y pan de dulce a cientos de comerciantes, quienes se fueron formando para recibir el alimento y el líquido. Pasaban de las 6 de la mañana cuando la alcaldesa Paola Angon Silva, acompañada de algunos regidores, así como de funcionarios municipales, empezaron a hacer la entrega, quienes la recibían agradecían este noble gesto que se ha dado desde la administración de Lolita Parra, y mantenido administración tras administración.
Ahí sin dejar de hacer le entrega del café y el pan, la alcaldesa nos comenta “Buen día a todos. Aquí en nuestro tradicional trueque, que mantenemos con mucho orgullo, es una herencia que viene de generación en generación. Es un día frío, pero con mucho calor humano. Agradezco a todos quienes me apoyan el venir tan temprano, y vivir esta experiencia que es inolvidable. Invito a todos a que la disfrutemos, a respetar a los demás para así tener una convivencia bonita y sana”.
Así poco a poco fueron pasando las horas, los peregrinos y comerciantes, seguían llegando, para las 14 horas era prácticamente ya imposible el poder llegar a la plaza de La Concordia, se había desbordado la afluencia de visitantes, todos buscaban intercambiar productos.
A temprana hora se vieron a personas que llegaban con su maleta, bolsa grande, carrito y hasta carretilla, con su cargamento de ropa, calzado, alimentos de todo tipo, granos, aceites, jabones, detergentes, en fin una gama de productos para poder intercambiarlos por objetos de barro, madera, lámina, vara, incienso, fruta, muebles como sillas, y otros más. Se veía como ofrecían lo que pretendían intercambiar, y el llamado “propio”, peregrino o comerciante, les decía si tenía algo para el trueque y que les daba, se ponían de acuerdo, y todos contentos.
Así siguieron pasando las horas, conforme avanzaba el día, iba siendo menor el trueque, y es que los comerciantes prácticamente ya habían terminado sus productos, tanto por truequear, como vender.