Por Juan Manuel ZACATELCO
Nepotismo o como orillar a un partido a de perder el registro
CHOLULA.- Amiguismo, favoritismo, enchufe, enchufismo, cuatachismo, parcialismo, favor, parcialidad, predilección, privanza. Al fin y al cabo, Nepotismo se define como la utilización de un cargo para designar a familiares o amigos en determinados empleos o concederles otros tipos de favores, al margen del principio de mérito y capacidad. Al parecer de tanto repetirse estas acciones, se llegaron a normalizar, a notarse como un asunto cotidiano y muy usual entre la clase política mexicana. Muestra de ello es que la organización política se haya sembrado principalmente en familias miembros de grupos de poder donde a su alrededor circulaban todo el tráfico de negocios y posiciones políticas; aún más, ante la falta de espacios para la mujer tanto en los partidos como entre el gobierno y en general en todo el sistema político mexicano; por fin se le dio espacios obligatorios a la mujer como muestra de querer enmendar lo que por muchos años padecieron. ¿Y qué pasó? pues fue la oportunidad de oro de varios políticos de todo el país y en especial en Puebla, de colocar a esposas, hermanas y demás parientes para las candidaturas y en especial para sucederlos en el cargo. Desde Vicente Fox hasta Mundo Tlatehui, esta tentación ha estado siempre latente y como recordatorio diario y nocturno antes de dormir al político en turno. Sabemos claramente que la mano que mece la cuna, es la mano que gobierna al mundo. Pero, las hermanas, hijas y demás parientes, no han sido la excepción.
Solo basta ver el caso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que designó al dirigente del partido en Puebla, Néstor Camarillo Medina, como candidato a la Primera Fórmula al Senado de la República para buscar el cargo en la elección del 2 de junio. En redes sociales, Camarillo Medina confirmó la oficialización de su candidatura con la entrega de su constancia de participación. También agradeció la confianza del presidente nacional del PRI, Alejandro «Alito» Moreno, por respaldar sus aspiraciones políticas al asegurar que «la lealtad se demuestra». La era de Néstor Camarillo Medina en el PRI pasará a la historia por la salida de militantes, no sólo por los 11 que se fueron en días recientes, sino los que tomaron la decisión de hacerse a un lado en lo que va de su gestión. Isabel Merlo, Juan Manuel Vega Rayet, Alberto Jiménez Merino, Enrique Doger, José Chedraui Budib, Silvia Tanús Osorio, Marisol Calva García, Juan Carlos Lastiri Quirós, son algunos ejemplos. La salida de perfiles conocidos exhibió la falta de liderazgo y de generar acuerdos. No todos se han ido, pero aún no termina su gestión, que inició en julio de 2020. Apenas a un año de ser electo dirigente estatal del PRI se puso en la lista para ser diputado por el principio de representación proporcional. Ahora, en su segunda elección, se registró como aspirante único a la primera fórmula del Senado. Camarillo ha acusado que quienes se fueron lo hicieron porque querían espacios, candidaturas, puestos garantizados y de preferencia plurinominales. Pero justamente es lo mismo que él ha hecho, privilegiarse. Esos espacios él se los está quedando. Está haciendo lo que ha criticado. No está cuidando la casa. Bueno, no la casa del PRI, que tanto le ha dejado. Lo único que le falta al PRI de Néstor Camarillo es que quiera acomodar a su esposa, Lizbeth Villegas Chávez. Los del blanquiazul no ven con buenos ojos que el líder del PRI quiera inscribir a su esposa como regidora en la planilla que encabeza el panista Mario Riestra Piña. En las mesas políticas del PRI, PAN, PRD, Néstor Camarillo pugna para que su cónyuge vaya en los primeros lugares de la lista de regidores para garantizar su ingreso al Cabildo de Puebla, sin importar que la coalición gane o pierda, total para eso es presidente del otrora partidazo. La lista aún no está definida, pero el priista ya la puso en la mesa. El ideal de Néstor Camarillo sería que él llegara al senado y su esposa sea regidora en el Ayuntamiento de Puebla; sin importar que la alianza gane o pierda la gubernatura o la alcaldía de Puebla capital, la casa gana. Aún más los Diputados que ahora salieron del PRI están a punto de ingresar a MORENA o al Partido Verde Ecologista (Que se perfila a ser la segunda fuerza política del estado) donde se convertirán en rivales acérrimos del partido que los postuló.
Y por supuesto en el PAN también hace aire, ya que el flagrante aspirante a la gubernatura de Puebla, Lalito Rivera Pérez; está tan seguro de ganar esa posición que por las dudas ha conseguido colocar a su esposa Liliana Ortíz Pérez en el lugar número 5 de la lista plurinominal de candidatos a Diputados Federales por supuesto por el PAN. ¿En verdad no se dan cuenta que mucho más allá del riesgo de perder la elección estas acciones son un suicidio político? Recuerden que en gobierno, los negativos se acumulan y se decantan. No es opción válida querer perpetuarse en el poder utilizando a los familiares y mucho menos a los cónyuges; solo basta observar el gran desencanto que ha causado Mundo Tlatehui en San Andrés Cholula con la absurda necedad de lograr que su esposa sea la firme candidata a sucederlo, ya varios panistas de ese lugar han dado férreas declaraciones de lo contrario. Ante estos errores no hay campaña que alcance; no importa el dinero que se invierta (total se rumora que tiene mucho para gastar) todo apunta a totales fracasos por la mente tan cerrada y la obstinación encendida de muchos personajes como estos. Nos veremos.