Por: Aldo COSTILLA ROJAS
Las recientes redadas de ICE (Inmigración y Control de Aduanas) en Los Ángeles han desatado protestas masivas de inmigrantes —mexicanos y centroamericanos— en defensa de sus derechos, su dignidad y los valores que representan como pilares de la comunidad angeleno. En este contexto, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha actuado con una visión clara, conciliadora y profundamente humanista.
Desde el primer momento, Sheinbaum condenó firmemente cualquier acto de violencia en las protestas. Su mensaje fue inequívoco: apoya el derecho legítimo a manifestarse, pero rechaza la confrontación y el extremismo.
A través de un enfoque diplomático y constructivo, la mandataria ha instado a que cualquier reclamo se haga mediante el diálogo y el uso de los canales legales e institucionales: consulados para apoyar a los detenidos, campañas de carta, envío de senadores respetuosos—lejos de incitaciones estridentes o discursos incendiarios. Este equilibrio demuestra una sensatez fundamental: defender a una comunidad expatriada sin debilitar la relación bilateral con Estados Unidos.
Fue particularmente relevante su llamado a no trasladar las tensiones a eventos culturales como el próximo partido de México en la Copa Oro en Los Ángeles: “rechazamos acciones de enforcement en eventos deportivos y reiteramos que los mexicanos en EE.UU. son gente trabajadora y pacífica”. Con ello, pone en primer plano la convivencia cultural y humana, justo cuando crecen discursos que buscan enfrentar y fracturar sociedades.
Es necesario reconocer la fragilidad de los migrantes: muchos son trabajadores honestos, que construyen hogares, pagan impuestos y aportan fuerza económica y social. Los datos revelan que en Los Ángeles al menos el 35 % de la población es nacida en el extranjero, con una amplia tradición de defensa de los derechos latinos. Sheinbaum entiende esta realidad mejor que nadie y actúa en consecuencia.
Finalmente, su liderazgo evita que el conflicto se convierta en crisis diplomática. Ante señalamientos mediáticos —como la acusación del secretario de Seguridad Nacional de EE.UU. afirmando que ella incitó violencia— respondió con claridad y datos concretos: “absolutamente falso”. Su postura múltiple—contundente en el rechazo a la violencia, serena en el llamado al diálogo, comprometida con sus connacionales y sensible ante la relación con EE.UU.—demuestra un liderazgo maduro y eficaz.
Claudia Sheinbaum, con inteligencia, prudencia y firme defensa de los derechos humanos, ofrece el mejor ejemplo en estos tiempos convulsos: apoyar a los mexicanos en el extranjero, sin romper puentes, sin exacerbar tensión, y promoviendo soluciones reales basadas en la paz y la legalidad.