CHOLULA.- Cada sistema económico, en cada época determinada, requiere siempre un aparato ideológico que lo sostenga. El capitalismo más que ningún otro requirió perfeccionar el aparato de control. Al aumentar la desigualdad; al perderse las viejas victorias de la clase trabajadora sobre el capital y acentuarse la miseria de las grandes mayorías, la única salida posible era sostener las contradicciones de ideas que impide a los explotados saberse explotados, a los oprimidos saberse oprimidos y, por paradójicos y dolorosos que esto suene, hacerles creer que son ellos quienes realmente tienen el control de sus vidas, que incluso existen otros en “peor” situación y que, si quiere conservar su situación privilegiada de clase, les conviene creer que el mundo en el que viven es el mejor de los mundos y cualquier cambio podría alterar el privilegio de no morirse de hambre con el que ahora cuentan.
Marx, el científico más avanzado de la realidad social, definió ya este fenómeno, las ideas dominantes son las ideas de la clase dominante. Un campesino, un obrero, un desempleado no pensarán nunca como tales las ideas que prevalezcan en su pensamiento serán las que los inculquen, aquellas que sirven para perpetuar el estatus quo. De esta manera la miseria material se refleja en el pensamiento con una imagen deformada, inversa, no existe tal miseria, yo no soy pobre, no soy explotador; vivo así porque así quiero vivir y dependen solo de mí salir del pozo en el que me encuentro (si es que me encuentro en alguno). De esta manera la pobreza la miseria y el hambre, adquieren un carácter subjetivo; solo es pobre el que se siente pobre.
Dentro de todos los aparatos ideológicos del Estado existe uno que prevalece sobre los demás, que cobra mayor importancia porque nadie se atreve siquiera a cuestionar su existencia, es tan natural que no revela su verdadera esencia. Tan parecido al esclavo que por tantos años llevó cadenas que ahora forman parte de su cuerpo. Este aparato es el sistema educativo. Desde la infancia hasta la edad adulta todos los individuos pasan la mayor parte de su vida recibiendo las “enseñanzas” de un sistema que jamás les es dado cuestionar. Ocho horas al día, cinco días a la semana dedicados a “aprender” lo que en la escuela se les da. Esas verdades son incuestionables, la autoridad de los profesores es indiscutible y los libros de los que se aprende deben ser leídos con la misma convicción y respeto con la que se acerca uno a las sagradas escrituras.
Sin embargo detrás de este aparato perfectamente montado existen intereses de clase, de grupo y de casta. El Estado necesita de la sociedad cierta cantidad de mano de obra calificada; ideas que se tengan por verdades sin ser cuestionados “valores” que parezca ser naturales y que definan la vida entre de un pueblo que acepte su realidad no solo como un castigo irremediable, sino como la mejor vida que puede alcanzar. En ese sentido, para no dar más rodeos teóricos es en el que debemos comprender el proyecto de “reforma educativa” que busca implantar la 4T, aunque todavía no hay nada claro al respecto, a pesar de que hasta ahora solo henos oído preocupantes rumores sobre la reforma encabezada de este grupo político, existe un indicio de alarma que descubre las intenciones de esta nueva forma de control ideológico que se pretende en México.
Una de las “medidas” de la reforma radica en la expulsión de la filosofía de instituciones de nivel medio superior, siguiendo la política panista t neoliberal iniciada por Fox, que desterró a la historia de México, o en el mejor de los casos la mutiló y transfiguró en una especie de relato monarquista, la 4T ahora expulsa la filosofía de las escuelas, y no podía ser de otra manera, siendo congruentes con la política obradorista cualquier indicio de razonamiento lógico y de cuestionamiento al sistema establecido es directamente un ataque a su persona y su gobierno. Si existe una ciencia capaz de despertar en el hombre los fundamentos más humanos t trascender el mundo de las apariciones en la búsqueda de la verdad, individual y social, es precisamente la filosofía.
Expulsarla de las escuelas solo puede entenderse como como la necesidad del nuevo grupo político de someter el pensamiento de las muevas generaciones. Esta reforma, encabezada por el autoproclamado caudillo, pretende insertar en los libros lo que no logró hacerse en la realidad. Dar un giro a la historia para incorporar con calzador una pseudo revolución no es solo dañino por él atentado que hacía la verdad y la realidad se hace; es también inútil, a historia no la hacen los libros, sino los hombres y, a pesar de que a veces tarde más de los necesario, sabe expulsar a los charlatanes que han querido gravar su nombre en ella arbitrariamente, los expulsa al basurero, como se acostumbra decir, los coloca en el lugar que merecen, como un recordatorio a las generaciones venideras de las amargas experiencias del pasado que no deben repetirse. Precisamente en el lugar que hoy ocupan en nuestra historia los Iturbide, los Santa Anna o los Porfirios.
Se vendrá un intento de deformación de la realidad, un atentado contra el libre pensamiento y un plan ideológico que deforme las verdades y la realidad de los niños y jóvenes de este país, sin embargo, los profesores verdaderamente comprometidos con el desarrollo de la juventud mexicana, deberán preparar una contraofensiva que permita contrarrestar la ideología morenista, no con una nueva o diferente ideología, sino con la ciencia, la razón y la verdad que solo puede surgir del conocimiento y estudio de la realidad concreta. Este primer acercamiento a la pretendida reforma debería alarmar a la sociedad entera; no es una cuestión teórica, es un problema social que implica la involución de un sistema educativo de por si mal construido, ignorar el problema es agravarlo, al final de cuentas son las barbas del pueblo las que se van a pelar.
Benévolo lector, algunos versos de Aleida Foppa. Nación en Barcelona, España, el 3 de diciembre de 1914; fue una poetisa, escritora, activista por los derechos de las mujeres, crítica de arte, profesora.
Oración
Dame, señor
un silencio profundo
y un denso velo
sobre la mirada.
Así seré un mundo
cerrado:
una isla oscura;
cavaré en mí misma dolorosamente
como en tierra dura
Y cuando me haya desangrado
ágil y clara será mi vida
Entonces, como río sonoro y transparente,
fluirá libremente
el canto encarcelado.