Por: Aldo COSTILLA ROJAS
En teoría política, la figura de los legisladores plurinominales es una muestra de un elevado nivel de cultura política y de una democracia representativa. Este modelo permite que las minorías obtengan espacios en los congresos y con ello equilibrar la representación y por lo tanto el poder. En México esta figura fue implementada en 1963 por el presidente López Portillo. En un contexto político muy diferente al de hoy. Sin embargo, como todo lo que pasa en nuestro país, el modelo se corrompió y los curules aginados para representar a las primeras minorías terminaron siendo manejados por las cúpulas partidistas y asignados a amigos, amantes, parientes o a quienes podían comprar la designación. Como era seguro que los primeros de la lista serían legisladores, entre más arriba estuvieran más cotizada era la designación. Luego no entraban al congreso quienes representaran los intereses de las minorías, sino quienes aseguraran los intereses del partido y, a veces, peor, los de la propia dirigencia.
Pues sí, como todo se corrompe, durante muchos años hubo legisladores que pertenecían a grupos, pero nunca legislaban en favor de éstos. Hubo actrices que solamente respondieron al grupo que las impuso. Poco o nada trabajaron por los jóvenes estudiantes de actuación ni por impulsar el talento artístico que habita en las colonias populares del país. También han sido legisladores empresarios que en nada ayudaron al emprendimiento ni otros temas de desarrollo económico. Tal vez el ejemplo más explosivo es la cantidad de líderes sindicalistas electos por la vía plurinominal que brincaban de la Cámara de Senadores a la de Diputados y que nunca, absolutamente nunca, trabajaron por mejorar las condiciones laborales ni de su gremio ni de los trabajadores mexicanos. La prueba es un caso que sigue hasta nuestros días: un importante jefe sindicalista no solo no ha apoyado la iniciativa de la jornada laboral de 40 horas, sino que la ha bloqueado. ¡Ah que bien representados están los trabajadores!
Ya en temas del momento y en contexto local, en Puebla la población indígena es una porción importante del total de habitantes. ¿Cuántos indígenas legislan en el Congreso local? Para que no suene a intriga, búsquelo usted mismo. Otra de las figuras que ha terminado en chiste es la del ciudadano que obtiene la candidatura por ser parte de un grupo poblacional ¿Cuántos políticos llegan a una curul sin ser necesariamente pare de una comunidad o grupo? Muchos y eso requiere un estudio aparte.
En pocas palabras, los plurinominales, aunque son una figura que en un país con una cultura política fluida serían signo de una representación funcional, en México no es así. Espero que algún día haya plurinominales y representen a los grupos que quedan en segundo lugar en volumen de votación, pero, por día de mientras, suscribo la iniciativa de la presidenta Sheinbaum y que desparezcan los plurinominales.