CHOLULA.- Señores en Alcohólicos Anónimos, me es grato saludarlos y agradecer este compartimiento, el espacio con ustedes, sobre todo, desearles un día más de sobriedad.
Quiero compartir que cuando me casé, estaba muy enamorada de un hombre apuesto, trabajador. Cuando fuimos novios, nunca lo vi beber o fumar. Al poco tiempo de casados, empezó a beber y decía que era para poder quedar bien con su jefe. Además, era buen jugador de futbol, se iba a jugar y regresaba alcoholizado, decía que era porque habían perdido, porque hacía calor y hasta porque hacía frío.
Con el tiempo, empezó a beber más y era agresivo conmigo, cambiaba de un esposo amoroso y padre consentidor, a un hombre agresivo en minutos. Pronto empezaron las agresiones físicas, los hijos sufrían ese caos. Empecé a ir al Programa de Al-Anon, ahí aprendí a separar el problema del alcoholismo de la persona. Me decían que mi esposo era un enfermo, no entendía cómo, una persona que decía amarme me lastimaba de esa manera, pero en Al-Anon, me sugerían que me acercara a él, que era un ser humano como yo. Cada vez bebía más y más. Yo le pedía que buscara ayuda y me decía que el dejaría de beber cuando quisiera. Le pedí que fuera a AA y se negaba, me decía que lo dejara, si no me gustaba, la puerta estaba abierta. Me dolían mucho sus palabras.
Pasaba el tiempo y él seguía bebiendo cada vez más, hasta que un día me fui de la casa.
A los pocos días, fue por nuestros hijos y por mí, no quería regresar, me daban miedo sus agresiones, pero me dijo que dejaría de beber y que todo iba a cambiar, y regresé. Seguía asistiendo al programa de Al-Anon, estuve tres años tratando de recuperar mi hogar y al hombre que conocí antes de casarme. No pude, su alcoholismo fue más fuerte que yo. Con mucho dolor, tomé la decisión de separarme, pues sus agresiones eran cada vez más fuertes.
En Al-Anon, me decían que él sufría, que lo observara para que lo pudiera comprender y lo hice. Verlo que por la mañana se iba contento a trabajar, con deseos de regresar a casa para estar con sus hijos y conmigo; pero cuando regresaba en la tarde, llegaba alcoholizado. Con mucho dolor acepté que estaba enfermo, lo que me ayudó a comprender su enfermedad fue el escuchar las experiencias de las personas en las reuniones abiertas de AA. Escuchar que la propensión a beber es más fuerte y escuchar que también sufre. Él sigue bebiendo, solo que el día de hoy puedo verlo con respeto, darle el lugar como padre de nuestros hijos y aceptarlo como él quiere vivir. Antes deseaba que llegara a un Grupo de AA, hoy solo lo pongo en manos de un Poder Superior.
Gracias AA por regalarnos sus experiencias y comprender a todos los alcohólicos que se encuentran a mi alrededor, sigan bebiendo o hayan dejado de beber.
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GRUPO EL GRAN CABALLERO BUSCANDO UNA SOLUCIÓN
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