CHOLULA.- La marea verde y morada, movimientos de mujeres que exigen la legalización del aborto y un alto a la violencia de género, ha ido en aumento en los últimos años, así como la propia violencia, teniendo nuestro país una de las cifras más rojas en cuanto a feminicidios refiere, lo que pone a pensar a cualquiera acerca del origen de dicha violencia, en un país predominantemente machista, la respuesta aparentemente puede estar en la educación que se imparte en el seno familiar, sin embargo, tal como el lenguaje, que evoluciona a la par de la sociedad, y genera opiniones divididas, aunque parezca increíble, en pleno siglo XXI la sexualidad sigue siendo un tópico que genera mucha controversia.
Si bien la generación nacida en los 90’s, que aún no sabemos si somos millenials o centennials, tocó temas de sexualidad en los libros de quinto grado de primaria, y aprendió con un plátano a media clase de ciencias naturales como se supone que se debía poner un preservativo, una gran parte de dicha generación, son madres solteras, embarazadas durante la instrucción media o media superior.
Sin embargo, en una sociedad donde siempre se ha relacionado la sexualidad con el coito, hablar de educación sexual supone romper los tabúes que esto representa, ya que no solo es el acto de la penetración lo que engloba a dicho término, hoy en día, hablar del cuerpo, la funcionalidad, las diferencias, el valor personal, el respeto y la no violencia, son solo una pequeña parte de las ramas que deben imperar en dicha terminología.
Uno de los grandes catalizadores de la educación sexual es el internet, teniendo un doble filo en cuanto a sexo se refiere, pues las búsquedas más frecuentes corresponden a páginas pornográficas, logrando un acercamiento alrededor de los 11 años, lo que distorsiona la manera de percibir a la sexualidad, pues no se entiende que dichos contenidos son ficción, y no enseñan el respeto ni la parte afectiva que si existen y son necesarias en la vida real, logrando que al final tomen modelos falsos y machistas que se ven reflejados en la adolescencia y la adultez.
De acuerdo a expertos, dicha materia debería impartirse desde los 6 años, siendo orientada a conocer y nombrar correctamente la anatomía, así como explicarles a los menores, que son dueños de su cuerpo, con el objetivo de prevenir abusos sexuales, en el mismo contexto, diversos sexólogos critican la invasión sobre los cuerpos de los menores con ejemplos tan banales como los besos obligatorios al saludar a la familia, irónicamente, es en el seno familiar donde la mayoría de abusos son cometidos.
Una adecuada educación sexual es una herramienta ideal para el autoconocimiento, saber interpretar el apetito, canalizar el deseo, saber decir que no y reducir la frustración cuando eso suceda, entre los tópicos tabú que ya se tocan en las escuelas están la masturbación, la adecuada higiene y los hábitos sexuales, sin embargo, las referencias al alcance de los menores, idealizan un erotismo con tintes machistas, lo que en el largo plazo puede desarrollar conductas de acoso hacia sus compañeras.
Si bien la liberación sexual, las reformas equitativas, y la apertura que se ha logrado durante estas décadas son pasos importantes en la evolución de la sexualidad, el respeto y la adecuada orientación académica tanto en casa como en la escuela, formarán adolescentes sanos, con posibilidades de tomar decisiones autónomas y no basadas en imposiciones de grupo, mayor facilidad para comunicarse en casa y lograrán, a largo plazo, una reducción de la violencia y el acoso, que tanto ha azotado a nuestro país.
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