La Trágica Pérdida de un Distrito: Los Estragos de los Malos Candidatos Políticos

Por Gemma GRACIAN

CHOLULA.- Mis queridas y queridos lectores espero se encuentren excelente, hoy platicaremos de algo que ya vivimos en el 2021 y si bien siempre me muestro neutral entre colores hoy haré una excepción como lo hice en ese año pues veo un escenario repetido donde solo se buscan intereses personales, cumplir caprichos y la soberbia que nos has llevado hasta donde estamos ahora, confiados en que hay una elección federal y estatal queriendo dejar recaer en ellos algo que es de un equipo. Hoy la izquierda la veo traicionada y lejos de lo que verdaderamente son los estatutos que nos representan. En la vasta tela de la política, cada elección se presenta como un lienzo en blanco, una oportunidad para que los ciudadanos moldeen su futuro y seleccionen líderes que representen sus valores y aspiraciones. Sin embargo, en ocasiones, esta noble búsqueda se ve empañada por la presencia de candidatos políticos que, lejos de servir al bienestar común, se convierten en los arquitectos de la ruina y la desolación. Tal es el caso que hoy nos ocupa: la próxima pérdida devastadora de un distrito completo debido a la nefasta gestión de sus líderes elegidos, ojalá tomen medidas y no se los vuelva a decir en otra columna “se los dije”, es una elección complicada y no es para confiarse.

La historia de un distrito próspero se ve lejos, recuperar a una comunidad vibrante y esperanzada, que se ha visto sumida en las sombras debido a la incompetencia y la corrupción de aquellos que se presentaron como sus salvadores.

Desde el momento en que estos candidatos políticos ascendieron al poder, los signos de peligro comenzaron a manifestarse. Promesas vacías, discursos grandilocuentes pero carentes de sustancia, y una alarmante falta de transparencia en su gestión, marcaron el inicio de un declive imparable y hoy se ve el mismo escenario para los siguientes años.

Los recursos que una vez fluían hacia el distrito se desviaron hacia los bolsillos de unos pocos, mientras que las necesidades básicas de la población quedaban sin cubrir. Los servicios públicos se deterioraron, las infraestructuras se volvieron obsoletas y la calidad de vida se desplomó a niveles alarmantes.

Pero quizás lo más doloroso de presenciar fue el impacto en la confianza y el tejido social de la comunidad. La desesperanza se apoderó de las calles, mientras que la división y el descontento se volvieron moneda corriente. Las familias luchan por llegar a fin de mes, los jóvenes ven sus oportunidades de un futuro próspero desvanecerse y los ancianos sufren la falta de atención médica adecuada.

Los intentos de la ciudadanía y la izquierda por revertir esta situación están siendo en vano, ahogados por un sistema político corrupto y una clase dirigente que priorizaba sus intereses personales sobre el bienestar colectivo. Las voces disidentes están siendo silenciadas, los medios de comunicación coaccionados y la esperanza de un cambio se desvanece con cada día que pasa.

Empresas cerradas, calles desiertas y un aura de desolación son el legado de aquellos que juraron proteger y servir a la comunidad, de aquellos que queremos retomar el rumbo perdido que ha tenido nuestra comunidad.

En última instancia, la pérdida de este distrito sirve como un recordatorio sombrío de los peligros de permitir que la ambición desmedida y la corrupción se arraiguen en la política. Es un llamado de atención para que los ciudadanos ejerzan su poder de manera responsable, seleccionando líderes que estén verdaderamente comprometidos con el bienestar común y que trabajen incansablemente para construir un futuro mejor para todos.

Aunque la cicatriz causada por la pérdida de este distrito ha sido difícil de sanar, es fundamental aprender de esta experiencia y trabajar juntos para evitar que tragedias similares se repitan en el futuro. Solo así podremos construir una sociedad donde la política sea verdaderamente un instrumento de progreso y justicia para todos.