Por Salvador ESPINA
CHOLULA.- Hace pocos días conocimos que no habrá candidatos independientes a la presidencia de la República. A todas luces se preveía que ninguno de los “suspirantes” lograría el número necesario de firmas requeridas, sin embargo, podemos aprender algunas cosas para tener en cuenta en un fututo.
La primera y más obvia es que ser candidato independiente sigue siendo un proceso extremadamente difícil y que obstaculiza una mayor participación ciudadana por este método y que, por ende, México seguirá sumergido en la partidocracia que conocemos. Los factores principales para decir esto es entendiendo que hoy las estructuras partidistas y su presupuesto son las únicas herramientas que pueden hacer a un candidato competitivo y con reales posibilidades de victoria.
Por otro lado, hubo uno de estos personajes que particularmente llamó la atención. Este es el productor de cine Eduardo Verástegui, quien buscaba apropiarse del voto más cristiano y conservador. Sin embargo, este proyecto no estuvo ni cerca de concretarse.
La pregunta que me parece interesante y que ha estado perturbando al sequito de este personaje es: en un país donde alrededor de 9 de cada 10 personas se identifican como católicas o adeptas a alguna otra rama del cristianismo; ¿no debería haber un apabullante número de personas que apoyen a un personaje como este?
Pues la respuesta evidentemente fue que no. Entonces, ¿cómo podemos leer este fenómeno con este resultado? Bueno, lo primero es decir que ha sido uno de los peores proyectos electorales que he visto en mucho tiempo. Primero por el “candidato”, pues, además de tener un pasado cuestionable, es una persona con la menor habilidad y experiencia política posible, así como su comportamiento ridículo que no hizo más que quejarse de las leyes y las instituciones al más puro estilo de López Obrador. Por último, es alguien que no conoce México, siendo que ni siquiera vive aquí. Por lo que quiso hacer todo al estilo americano y “trumpeano”, lo que lo hizo ver falso y totalmente fuera de la realidad.
Por otro lado, tenemos el discurso y la estrategia. En este caso vimos un mensaje copiado a otros líderes de derecha en otros países que han tenido mayor éxito como es el caso de Donald Trump, Vox en España y el recién electo presidente de Argentina Javier Milei.
Evidentemente México tiene un contexto diferente, por lo que no enganchó en la ciudadanía. Mientras que de la misma forma el mensaje que daba era de división, segregación y en algunos casos, de odio a otros seres humanos. Por lo que él mismo fue de a poco reduciendo sectores y posibles simpatizantes a su movimiento, puesto que, los que son de izquierda o centro jamás apoyarían a alguien como él. Pero igualmente asustó y repeló sectores conservadores y católicos por su radicalismo, incapacidad, el que solo manejara un tema como es el de la vida, así como por insultos a estos sectores que no le demostraban completa lealtad llamándolos tibios o cobardes.
Por último, su equipo y asesores; siendo estos lo peor de su campaña. Puesto que, hicieron a nivel discurso y mensaje, uno que rozaba en lo ridículo e irrelevante para la gente. Lo único que logró esta narrativa fue repeler gente que tienen los mismos valores, pero que no sé ven representados por él. Quedándose exclusivamente con los sectores más resentidos e intransigentes del conservadurismo, siendo estos sectores los que, por ejemplo, critican desmedidamente al Papa Francisco siendo católicos.
Por el lado de sus operadores no solo no cumplieron su misión, sino que desnudaron la debilidad, incompetencia y falta de fuerza del movimiento conservador y de derecha dura en México. Esto a diferencia de otros países donde han encontrado organización y mejores liderazgos que los han llevado a mejor puerto, representando y haciendo escuchar esos valores en los espacios de decisión.