En su texto El alma del ateísmo, el filósofo francés André Comte-Sponville, apoyándose en La crítica de la razón pura de Kant se pregunta, ¿qué estudia la filosofía? Y para responder a algo tan general, tan básico, pero también tan complejo, aclara de inmediato, la filosofía pretende responder a tres preguntas: ¿qué puedo conocer? ¿qué debo hacer? y ¿qué me está permitido esperar?
Traigo a colación estás grandes cuestiones filosóficas porque últimamente me he estado preguntando ¿ahora que México avanza, aunque lentamente hacia la modernidad? ¿Qué debemos hacer como individuos? Independientemente de nuestro modus vivendi, de que seamos religiosos o no, ¿qué debemos hacer?
¿Dónde comienza la modernidad?
Regresando al texto de Comte-Sponville. Lo que el filósofo defiende es que, si bien la religión y la espiritualidad son dos cosas distintas, a fin de cuentas “los ateos también tienen espíritu”. Pero entonces ¿por qué se interesan menos que los demás por la vida espiritual?
Su propuesta es pensar en una espiritualidad laica, sin Dios, sin dogmas y sin Iglesia. Lo que supone un gran desafío: la espiritualidad es algo demasiado precioso e importante, como para dejarlo en manos de los fanáticos. El laicismo no debe confundirse con el odio antirreligioso, hay que reivindicarlo como un amor que exige libertad, para uno mismo y para los demás.
Y regresando a Kant, nos aclara: no porque Dios me ordene algo está bien, sino que podemos creer que Dios ordena una cosa o acción porque es buena. Ya no es la religión lo que funda la moral, sino la moral la que funda la religión.
Y todavía más a fondo: para quien tiene religión, los deberes son divinos. Para quien no la tiene, los deberes continúan, se los impone uno mismo. Ahí es donde comienza la modernidad. Y remata: el siglo XXI será espiritual y laico o no será.
Comte-Sponville cita a Alain: la moral consiste en saberse espíritu y, por este motivo, absolutamente obligado, porque nobleza obliga. En la moral no hay otra cosa que el sentimiento de la dignidad. ¿Robar, violar, matar? No sería digno de mí: ni digno de lo que la humanidad ha alcanzado, ni digno de la educación que he recibido, ni digno de lo que soy y quiero ser. Por tanto, yo me lo prohíbo, y a esto es a lo que podemos llamar moral.
Participación consciente
Solidaridad y austeridad son los dos principios morales que en la esfera de la política pueden guiar perfectamente nuestra participación, la única condición para que dicha participación sea efectiva es que se base en la verdad: es imperativo superar la ignorancia.
Y ya para terminar, regresando a las tres preguntas de Kant, ¿Qué puedo conocer? Pues casi todo, lo bueno y lo malo, por fortuna “la gran cloaca está abierta” y lo que haga se verá.
¿Qué debo hacer? De acuerdo con la Ilustración y con la fe cristiana, actuar conforme al humanismo y la razón: lo que mi educación y mi dignidad humana me indican.
Y por último ¿qué nos está permitido esperar? Para los creyentes la respuesta es sencilla: la salvación; pero para los que no lo somos pareciera que la esperanza se burla de nuestros razonamientos. Por eso es que debemos actuar: participar conscientemente. ¿Usted qué opina?