Por: Dr. Omar Josué ROJAS VÁZQUEZ
CHOLULA.- Muchos lo van a describir como un atardecer en la playa, dónde el violeta y el naranja se funden en el horizonte, recortando la silueta de los cerros, mientras camina uno tomado de la mano de la persona amada
Químicamente es la secreción desordenada de neuroquímicos que generan reacciones placenteras, sensaciones irracionales que conllevan al clímax del placer, ciclando la belleza de los sueños con la racionalidad de la vida
No hablaremos ya del amor de pareja, está semana tocaremos un tema mucho más importante, el amor a uno mismo, ¿Que sustancias son necesarias para poder querer al reflejo en el espejo?
¿Qué tan necesario es quererse para poder querer a alguien más?
Si bien nos enseñan, e idealizamos que vagamos por el mundo buscando a nuestra media naranja, lo cierto es que no nacimos incompletos, no nos falta nada para completar un ciclo, la decisión de hacer vida con alguien más es propia, mediada claramente por las descargas neuroquímicas que propician el enamoramiento.
¿En qué consiste el amor más grande que es el propio?
Muchos consideran que para poder querer a alguien debemos querernos a nosotros mismos, que antes que alguien, estamos nosotros, uno mismo, debiendo procurarse, amarse, mimarse
Sin embargo, la realidad es otra completamente diferente, los problemas y traumas generados en la infancia van a marcar las necesidades emocionales de la vida adulta, es muy común que se busque en la pareja lo que no se pudo obtener de niño, o que se reflejen las carencias emocionales y quién deba sufrir esa inmadurez sea la pareja que uno elige.
Si bien existen varias opciones, la terapia suele ser la primordial para poder sanar al niño interno y que el adulto actual pueda generar vínculos de calidad, relaciones estables y sobre todo, vivir en paz con uno mismo.