CHOLULA.- Esta columna poco o nada tendrá que ver con la medicina, ni con la situación actual del país, al menos por esta semana, pues una vez más cumplimos nuestra meta de darle una circunferencia completa al sol, hubo propósitos cumplidos, no cumplidos, olvidados y uno que otro fue desechado completamente.
Cada fin de año cerramos un ciclo en el que recapitulamos 365 días, donde entendemos todo lo que hicimos, lo que logramos, claramente también comprendemos lo que no hicimos, lo que no logramos y lo que olvidamos por completo, flashazos aparecen previos a conteo final, mientras el año viejo agoniza, creamos nuevos y mejorados propósitos para tener una versión superior de nosotros cuando el año nuevo llegue.
Este año no fue la excepción, a la creencia de cada quién, todos hicimos nuestro ritual para despedir y recibir a los años que se van y que llegan, como dice el dicho, al lugar al que fueres, haz lo que vieres, así que este 31 de diciembre, short y camisa medianamente planchados, asistí a la playa más hermosa de Cancún, atestada de gente, pero aún así conservando su espectacular belleza, aunque fuera de noche, las olas rompían incesantes mientras en la arena todos nos preparábamos para ver el mejor espectáculo de luces artificiales del Caribe mexicano, pocos minutos antes de la medianoche se escuchaba entre la oscuridad reinante los plops característicos de los corchos al ser correr por los golletes y ser expulsados a toda velocidad.
Segundos antes de las doce la legendaria zona hotelera, vista casi en su totalidad desde gaviota azul fue iluminando el cielo con multicolores, el 2023 empezaba a cruzar el umbral del tiempo, tan relativo para muchos, sin embargo, mientras el año nuevo iba cruzando las cálidas aguas del caribe, los deseos iban iluminando el cielo nocturno, con cada explosión miles de ojos parados en la blanca arena destellaban en la esperanza de encontrar en este año el propósito ideal, ese que puede cumplirse, tocarse, palparse.
Al son de la música, entre la calidez del anonimato nocturno de la playa más hermosa del México continental, las copas, latas, botellas, vasos de unicel, chocaban en el aire, símbolo de antigua historia, brindando por reloj que terminaba una vuelta más, haciendo un balance preciso en el momento justo, más allá, entre las olas, unos amantes sellaban su año con un beso, por allá, en las terrazas, el baile iniciaba a la par del año naciente.
Y aunque han sido tiempos difíciles, hay muchas cosas nuevas, que llegaron a enseñarnos lo que es la felicidad, la vida, el desamor y la tristeza, y claro que habrá más, más enseñanza, más tragedia, más drama, más comedia, al final solo somos motitas de polvo cósmico celebrando algo que es más grande que nuestro entendimiento, por más física que le apliquemos.