Por Gemma GRACIAN
CHOLULA.- Queridos lectores hoy les escribiré acerca de una reflexión que hice durante esta semana, pocas veces valoramos lo que tenemos, nos preocupamos por el futuro, dejamos que el pasado nos aqueje, pero nunca hacemos nada por nuestro presente.
Estamos en una época muy conflictiva, la presión económica a causa de la pandemia y poco impulso económico, la salud, la educación, La Paz, los malos gobiernos y por si fuera poco a dos pasos de cruzar la línea para una tercera guerra mundial.
A los seres humanos nos falta sencillez y humildad para poder llegar a ser poco menos de la mitad que un niño, no se si lo sepan pero tengo un pequeño de 7 años que vino a cambiar mi mundo y hacerme creer que La Paz mundial algún día puede existir, si bien me ven en muchas fotos cargando a pequeños es porque realmente aprendo a diario no solo del que tengo en casa sino de los niños con los que convivo diariamente, me sacan una sonrisa o me enseñan algo nuevo, ¡si algo nuevo!, estos seres que no han sido maleados y que en ocasiones aunque tengan una vida con carencias nos enseñan tantas cosas que como adultos no nos permitimos ver por nuestro ego, porque pensamos que esa no es la vida real, a lo que me quede analizando y si los adultos nos permitiéramos aprender de ellos, ¿aterrizar los pies a lo que ellos nos dicen?.
Naturalmente las épocas cambian, los niños son diferentes y cada vez los hacemos más consientes de nuestra realidad, por lo que ahora veo a los niños preocupados por su mundo no solo México o su país en general “sino su mundo”, no distinguen razas, no distinguen colores o saben de alguna división territorial que les impida jugar unos con otros, no les impide enojarse e ir a pedir una disculpa y telar una sonrisa o abrazo al minuto, no tienen intereses y comparten sus juguetes, juegan con su imaginación y no siempre necesitan cosas materiales, se visten con lo que a ellos les acomoda y no lo más caro, si conserváramos así a nuestra sociedad tendríamos otro mundo, tristemente el ego, la frustración, la globalización, han hecho que nuestra sociedad se vaya pudriendo pues nosotros como padres somos quien formamos pero se nos olvida y no tenemos la humildad para aprender de nuestros hijos, lo único que necesitan es cariño, jugar y que cuidemos su mundo, pero lo único que provocamos es destruirlo día a día, hoy hay que preocuparnos por darles tiempo de calidad y desde la trinchera donde estemos hacer un mundo mejor para ellos, sobre todo lleno de paz y tranquilidad que al final es lo que todo ser humano necesita, démonos la mano como cuando juegan ellos en conjunto sin ver distinciones, sino para complementar un equipo, hacer mover un juego o hacerlo funcionar.
Aún podemos escuchar a los niños, aún podemos hacer las cosas sin avaricia, sin odio, sin resentimientos ni frustración.