Por Aldo COSTILLA ROJAS
CHOLULA.- En cualquier gobierno, empresa, partido político, universidad o proyecto d3 cualquier índole, se dice a los cuatro vientos que los jóvenes somos el futuro de la sociedad. De un tiempo a la fecha este discurso ha sido adoptado por un sinfín de líderes que parecieran estar convencidos de los que sus labios pronuncian.
Lamentablemente quienes constituimos este grueso de la población nos encontramos que este camino es más complicado de lo que la tendencia nos dibuja. Laboralmente hay dos obstáculos: la experiencia y la brecha generacional. El primero, cuando se buscan oportunidades laborales y el primer requerimiento es una experiencia, como si se hubiera tenido que hacer carreras incluso desde antes de ingresar a la universidad; y el segundo: que realmente hay una resistencia para integrar a los jóvenes y con ello ideas nuevas. En el contexto laboral la tradición marca una línea invariable de cómo hacer las cosas y reinventar esta tradición es un reto. Incluso el capitalismo y el mercado comprenden que el relevo generacional en los negocios es indispensable para garantizar la producción.
Pareciera que los protocolos institucionales y la inercia social para dar apertura a los jóvenes son fuerza suficiente para cumplir con el relevo generacional sin embargo hay algo tan sencillo como complejo: la falta de voluntad.
Por poner un ejemplo, hasta la década pasada la inclusión de las mujeres en cargos directivos y liderazgos reales en nuestro país presentaba una resistencia brutal. Simplemente, por más reconfiguracion social que se exigiera, la llegada de una mujer a un puesto de responsabilidad era un hecho muy complicado. Ahora es tan posible como que un hombre lo pueda hacer, como ya lo hemos comentado en ediciones anteriores. Ahora bien, la diferencia entre lo social mente aceptado y lo realmente hecho radica en la voluntad. Sin más retrasos, las sociedad tuvo voluntad de romper esquemas y dar paso a la equidad entre hombres y mujeres.
En ese mismo sentido debe funcionar la inclusión de los jóvenes en espacios laborales, de decisión, liderazgo y dirección.
Es fundamental repensar hasta dónde es verdadero el compromiso social con las generaciones más jóvenes. Plantear un nuevo modelo que sume leyes, protocolos sociales y voluntades para ganar espacios y oportunidades para los de menor edad.