* Brasil fue certero en la ejecución * La costumbre se impuso
TOKIO.- México es un país de costumbres. Y la costumbre es perder en penales. La diosa fortuna tenía que escoger y esta vez decidió que el color de su camiseta sería verde, pero no verde bandera, el de México, sino verdeamarela, el de Brasil, que no pudo clavarle un solo gol en tiempo regular y extra y terminó venciendo en penales para prohibirle al Tri llegar a la final de esto juegos de Tokio y pelear así por la medalla de oro.
Cuando el desánimo y la desilusión ya ha abrazado a los mexicanos al ver cómo sus deportistas se quedan una y otra vez a una raya de subir al podio, acumulando cuartos lugares que dejan un sabor agridulce, las esperanzas se cargaron sobre esta selección olímpica que puso a soñar a todos después de la goleada a Corea del Sur.
Pero con Brasil el sueño terminó. Aunque para ser justos, pararlos durante 120 minutos no es cualquier cosa, menos cuando al frente tienen al experimentado Dani Alves que dirigió una artillería que causó más de un susto en la portería de Guillermo Ochoa, quien por cierto volvió a lucir como un muro imbatible en el juego regular.
La defensa brasileña logró neutralizar los chispazos de buen futbol de Lainez, Romo, Antuna y más, pero su delantera tampoco pudo descifrar la manera de clavar el balón en la red mexicana, aun con su juego de fantasía que por momentos desaparecía para dar paso a una danza de clavados buscando un penal, que por cierto, no pudieron venderle al árbitro.
Luego entonces, el partido pudo haberlo ganado cualquiera de los dos, si acaso México no tuviera una maldición con los penales, porque más que una hazaña del arquero Santos lo que jugó en contra fue una mala definición que le dio un balón en las manos y otro salió fuera del arco, mientras los tiradores brasileños no erraron ninguno de sus tiros por más que Ochoa adivinaba la dirección. El resultado fue un marcador final de 4-1 que le dio a Brasil el pase a la gran final de los Olímpicos para intentar refrendar el título obtenido en Río 2016.
México aún tiene la opción de regresar con una medalla. La de bronce. Si es que la diosa fortuna decide besar a esta selección por fin, para premiar aunque sea una vez a todos los desmañanados que la siguen desde el otro lado del mundo.